desde el primer segundo, James Wan deja claro que su película, The Conjuring, no juega en la división del cine de sobresaltos y palomitas. Su incursión en el género no busca satisfacer a adolescentes acníticos deseosos de gritar ni tampoco se limita a complacer a frikis de camiseta tan usada como su memoria con la que recitan todos los títulos del cine zombie realizado en Turquía. En contrapartida, este director de origen malayo, aunque forjado en Australia, no duda en meter en su cocktelera lo mejor que ha dado el gran cine de terror. The Conjuring ha sido concebida con ambición de alta intensidad. Esto significa que Wan aspira a alumbrar un clásico contemporáneo, un filme de referencia que ocupe un lugar de honor en esa galería en la que figuran obras como El resplandor y El exorcista.
Para ello, Wan convoca a todo cuanto le puede dar legitimidad. Para empezar, Wan comienza su película con una referencia a su filme peor comprendido aunque más disfrutado, Saw. Ese filme hiperbólico, cruel y claustrofóbico es un ejercicio modélico de alguien que conoce bien el cine y que sabía lo qué iba a hacer. La repetición ad náuseam de Saw ensombreció las innegables virtudes del segundo largometraje de Wan. Pues bien, con una muñeca, paralelismo directo al Billy the puppet de Saw, arranca un filme que en todo momento se atrinchera en la coartada de lo real. Inspirada en hechos probados, los protagonistas de The Conjuring, un demonólogo y una medium, matrimonio feliz que vive con su hija ajena al oficio de sus padres, afrontan su caso más terrible protagonizado por otra familia, cinco hijas y un matrimonio de vida apacible, hasta que desembocan en una casa encantada. Allí, en ella, Wan levanta un modélico producto lleno de ecos y reflejos. Una acumulación que posee la virtud de disimular las costuras que lo constituyen para que emerja el horror y la inquietud a golpe de calidad profesional y oficio. A fuerza de vivir y entender un género en el que Wan ya aparece como un peso pesado; un alquimista versado en el miedo y la puesta en escena.
Director: James Wan Guión: Chad Hayes y Carey Hayes Intérpretes: Patrick Wilson, Vera Farmiga, Lili Taylor, Ron Livingston . Nacionalidad: EE.UU. 2013 Duración: 112 minutos