Vitoria. Llega a Gasteiz negándose a que su nombre figure de manera destacada con respecto a los de sus dos compañeros sobre el escenario. Pero, lo quiera o no, Francesco Tristano no puede ocultar que es uno de los músicos del momento. Hace unas semanas actuó en el Sonar. Esta tarde lo hace en el Festival de Jazz de Vitoria y mañana podría estar tocando con tranquilidad en cualquier templo de la música clásica que se precie de serlo. Y es que el pianista luxemburgués tiene tres caras y en todas ellas despunta. Una bendita maldición.

Junto al percusionista Bachar Khalifé y el vibrafonista Pascal Schumacher, esta vez Tristano muestra su faceta jazzística. Lo hace, como de costumbre esta semana, a las 18.00 horas sobre el escenario del Principal en lo que será la penúltima cita del ciclo Jazz del Siglo XXI, cuyas entradas están a la venta por 15 euros.

A Tristano le molesta, y en realidad no le falta razón, la manía mediática de etiquetarlo todo y más en cultura. En su caso, no se puede decir ni que es un intérprete de clásica, ni de jazz ni de electrónica, porque es esas tres cosas a la vez y no sólo. Por eso a sus 32 años son muchos los ojos que están puestos en él, porque genera una atracción entre el público y la crítica en parte motivada por su buen hacer ante el piano, en parte por esa especie de personalidad múltiple que lleva por medio mundo. Y a eso se une que tiene las ideas bastante claras y cuando da entrevistas no se queda callado ante nada.

Sus trabajos para Deutsche Grammophon le dieron la fama, un éxito que el músico está sabiendo administrar, consciente, y así lo ha dicho en más de una ocasión, de que él se considera un músico, con todo lo sencillo y lo complicado que ello conlleva. Y bajo ese prisma se siente en el escenario, ya sea el contexto un gran macro-festival o un teatro a la italiana.

Junto a Schumacher y Khalifé, ofrecerá, sin duda, otro de los conciertos más esperados de esta presente edición del Jazz del Siglo XXI. Eso sí, mejor que se abstengan aquellos que piensen acudir a las tablas de la calle San Prudencio con ideas preconcebidas o el purismo puesto en pie. Lo que hoy va a ocurrir en el teatro, ya se verá si es bueno o mejor, va a ser, cuando menos, diferente por no decir sorpresivo para muchos.

Después, Tristano seguirá con una agenda más que apretada en cualquiera de sus tres facetas, partes de un todo que habrá que ver cómo van evolucionando en un futuro, si alguna va ganando terreno o si el pianista es capaz de mantener el virtuosismo actual en cada una de las sendas que sigue. Será mejor no perderle la pista.