uno piensa equivocadamente que los muchachos de Basile ya han superado todas las barreras de la indecencia, maltrato humano y escándalo pero descubre con horror que el listón de la escandalera sigue subiendo lentamente, pero subiendo en la búsqueda del amarillismo, los enrevesados rollos de cama de los famosotes y otras minucias del andar por casa de la empresa de las mama chichos versión moderna, que desnudan el alma como aquellas el cuerpo. La semana pasada estuvo dedicada en la edición normal de Sálvame a las andanzas de Amador Mohedano con una cantante que hacía de putinga o a una putinga que hacía de cantante, que tanto monta monta tanto Isabel como Fernando y más en las cosas del puterío contemporáneo. El citado personaje tiene dos méritos en su currículum: haber sido el representante musical de su hermana, la extinta Rocío Jurado, y ser en la actualidad marido de la mediática Rosa, la peluquera que se saca sus buenos talegos contando miserias, soportando afrentas y poniendo la jeta para que le den en Sálvame Deluxe, como ocurriera el pasado viernes, en el que una madurita asaltacamas contó a la audiencia los magreos con el esposo exiliado en Chipiona y descubrió el dulce sabor de su semen, el de Amador, claro está. Y todo esto con la agraviada esposa escondiéndose por los pasillos de Telecinco y cobrando cada centímetro de soportados cuernos a vellón de oro. Una muestra más del quehacer de los explotadores de la telerealidad y las bajezas de la prensa del cuore, que a este paso se convertirá en prensa porno en formato audiovisual. Eso sí, todos conchabados porque todos pasan por taquilla y cada uno hace el papel encomendado por guionistas y directores del espacio que nos ha descubierto con sinvergüencería manifiesta que el líquido reproductor del señorito andaluz sabe a miel, jalea real, néctar de los dioses.