¿Ana Isabel baila?

A.I.B.: Me encanta ver.

¿Y Maien toca?

M.B.: Lo que me dejan.

Con la de gente que empieza en julio sus vacaciones y ustedes a trabajar...

M.B.: Lo que viene ahora no es trabajo. Esto es como una fiesta de fin de curso en la que vamos a pasarlo bien. Vamos a bailar, a juntarnos gentes a nivel nacional, amigos que te encuentras en otras citas y con los que estableces una relación de amistad. Decimos: "¿qué, bailamos?", "¿dónde?", "en Rioja Alavesa", "perfecto". Y ya está.

A.I.B.: En mi caso, hay mucho trabajo previo porque hay que adaptar cada partitura, enviar los materiales... Es decir, hay una paliza importante encima. Son tantas cosas de las que hay que estar pendiente de cara al día 6 cuando llegan los chicos y chicas que, vale, hay mucho de disfrute, pero son unos días de curro. Eso sí, cuando terminas, la satisfacción es tal que incluso sientes relajo.

Son días un tanto nómadas por diferentes puntos de Rioja Alavesa.

A.I.B.: Es llevar una carpeta con el planing porque si no, es una locura. Por esa riqueza que se transmite en esta experiencia de estar cada jornada en un lugar distinto, vas de un lado a otro casi como si fueras un mochilero. Claro, imagina eso con 40 chavales y sus instrumentos.

M.B.: Nosotros vamos a hacer cuatro localidades en dos días y ya te contaré. Vamos con el autobús de la Ruta del Vino, que es algo que la gente agradece mucho. Claro, a la gente le está atrayendo mucho la historia de las bodegas, las catas... Por ejemplo, las personas que vienen de Barcelona tienen baile a cualquier hora donde quieran y si les invitas a Vitoria te dicen que vayas tú a Barcelona, que ellos pueden ofrecerte más. Por eso es importante tener un gancho como la Ruta del Vino.

A.I.B.: Es que con lo del baile lo hemos planteado así, es gente que viene de fiesta. Visualmente es un espectáculo pero ellos acuden en un ambiente festivo.

M.B.: Por ejemplo, viene la Spirit Rhythm Band que es una banda compuesta por bailarines de lindy hop, gente que en Valencia no encontraba músicos de swing y que formó su propio grupo para bailar todos los días. Y los de Barcelona, Madrid y Toledo les tienen unas ganas impresionantes.

Y se va a tocar y se va a bailar en localidades que rondan, por ejemplo, los 200 habitantes, todo a pie de calle y con la gente al lado.

A.I.B.: Son las cosas que te emocionan. El año pasado, un día nos tocaba una actuación en un pueblo pequeño. Justo estábamos en el bar de las piscinas y me acuerdo de la camarera embarazada ayudándonos a retirar mesas... Puedes ir a un festival en el que hay 80 personas para hacer un curro y mientras en el pueblo de 200 el alcalde te ayuda a poner el bocata. Esas son las cosas humanas que mueven el mundo y que las percibes cuando estás cerca.

M.B.: Sin desmerecer nada, llévame a un pueblo a bailar a la plaza. El otro día estuvimos en Mendiola y ofrecí una clase de charlestón con la gente que preparando los bocadillos, que si... Es un rollo social que es lo importante. Hay que bailar en la calle.

Cada una de las dos, en sus respectivas áreas, está involucrada en no pocas actividades. ¿En esta época de crisis no queda otra?

M.B.: En mi caso, en estos tiempos de crisis, estoy trabajando como el triple cobrando una cuarta parte, pero que nos quiten lo bailao. ¿Qué haces si no? ¿Para qué aprendes a bailar en una escuela? Pues para ir luego a bailar por ahí. Eso es lo que ofrezco. Y hacemos encuentros en bares o en pueblos de alumnos. Alguien lleva una tortilla de patatas, otro el vino... y a bailar.

A.I.B.: Hombre, yo creo que esta conversación entre economistas no se daría. Quiero decir, yo tengo mi hipoteca y de estas cosas no la pago. Vivo, por suerte, de dar clases de saxo y este tipo de cosas son las que me alegran la existencia. Para nada haces esto por dinero.

¿Qué se llevan, bien sean los componentes de la Txiki Txiki Big Band bien los bailarines de Swing entre Viñedos, de esta experiencia?

M.B.: A nivel del swing, es una gente que hace turismo bailando. Están, por un lado, las jornadas de clases en las que te metes un curro importante y, por otro, los encuentros como éste, donde se baila pero también se aprovecha para que los anfitriones enseñen lo que tienen en sus zonas. En Vitoria lo hemos hecho seis años y ya creo que no me queda más por ofertar. Por eso ir a Rioja Alavesa es tan importante en este momento. Y aprovechamos, en este caso, el encuentro para contar con la presencia de profesores estrella, por así decirlo, a los que a diario no tenemos acceso, como va a pasar con Xabi Recuenco que viene desde Barcelona.

A.I.B.: En cuanto a las bandas que hemos invitado te puedo contar la experiencia del año pasado, que los grupos que acudieron de fuera se quedaron encantados con la zona. Lo de los críos es otra historia. Les brillan los ojos por lo que hacen pero también, al ver actuar a las formaciones que traemos, por lo que quieren llegar a ser. Este año, por ejemplo, tengo un niño que de mayor quiere ser trombonista de Betagarri y que uno de los músicos de este grupo vaya a ser uno de sus profesores, pues ni te imaginas.