Vitoria. Segunda y última noche la del sábado en Mendizabala con 11.722 personas en el recinto y las fuerzas ya en vías de desaparición total según iban transcurriendo las horas, aunque a eso de las tres de la madrugada todavía eran unos cuantos los que tenían cuerpo para aguantar. De hecho, la fiesta se alargó bastante de la mano de los Dj. No hay duda de que Gov't Mule, The Gaslight Anthem, Walking Papers y Rocket From The Crypt tenían una complicada papeleta a sabiendas de que esta clausura no contaba con un cabeza de cartel claro y a la altura de otras ocasiones. Unos lo entendieron, otros cumplieron su papel y los hubo que se equivocaron al pensar que estaban en una sala de conciertos y no en un festival.

Con el cielo ya oscuro casi por completo, fueron los de Warren Haynes los primeros en aparecer en un escenario que conocen a la perfección puesto que ya han estado en ocasiones anteriores. Y a nadie le pudo sorprender lo que Gov't Mule hizo puesto que fueron muy fieles de principio a fin a su filosofía. Es cierto que a algunos se les hace un tanto pesada su propuesta, pero eso no debería ser impedimento para reconocer la calidad y solidez de un concierto que, eso sí, sonaba a ya visto con anterioridad. Así que el grupo no se salió del papel, hizo lo esperado y punto.

Sin moverse del escenario grande y con un poco de retraso porque sus predecesores se alargaron un tanto, aparecieron The Gaslight Anthem, sin duda, el grupo que más complicado lo tenía de los 20 que han tomado parte en este Azkena Rock Festival. Eran unos cuantos los que les esperaban con el cuchillo entre los dientes dispuestos a no dejar títere con cabeza al más mínimo error, haciendo pagar a la banda supuestos pecados de otros. Pero el cuarteto se lo quiso poner complicado desde el principio.

En líneas generales, el grupo mostró credenciales y se le vieron maneras. No vinieron a cumplir el expediente y, de hecho, Brian Fallon, al que le aguantó bastante bien la voz hasta casi el final, supo conectar con el público las veces que habló. El personal brincó, bailó y disfrutó en una actuación un tanto corta que se cerró versioneando a The Who, aunque fuera de aquella manera. Y sí, la formación tiene mimbres y cerró unas cuantas bocas pero todavía le quedan unos cuantos pasos que dar para convertirse en algo más, en un nombre propio. Su música entra de manera directa y sencilla, pero si su sonido no sigue evolucionando llegará un momento en que se repitan.

Así que aprobaron el examen de Mendizabala, incluso con margen suficiente para dejar ganas de volver a verles, pero es evidente que no son una propuesta, por lo menos todavía, para encabezar el cartel de un festival como el Azkena Rock en su día de clausura.

Pasada ya la una de la madrugada, le tocó al segundo escenario despedirse de esta duodécima edición con unos Walking Papers que como se avisó el viernes acudieron sin Duff McKagan, ausente de estos compromisos europeos por problemas personales. Así que sus otros tres compañeros de batalla fueron los encargados de defender el fuerte, cumpliendo con el objetivo. La veteranía es un grado y en su concierto se notó que las reglas a veces se cumplen. Sin embargo, entre el desconcierto de algunos por la falta del ex de Guns N' Roses, el cansancio de otros y que el trío no se salió el guión, la corrección del concierto fue la tónica general.

Y así se afrontó la última actuación, la que en las tablas principales ofrecieron Rocket From The Crypt. Había muchas ganas de encontrarse con ellos, sobre todo porque la energía que transmiten era justo lo que necesitaba Mendizabala a esas horas. Pero Speedo se empeñó en intentar boicotear a su propio grupo con unas chapas interminables en las que quería ser gracioso para convertirse en molesto por no decir otras cosas. Cuando él tenía a bien cerrar la boca, la cosa funcionaba, más allá de un sonido mejorable. Pero cuando decidía convertirse en monologuista, el concierto se caía por todos los lados.