MADRID. La libertad, cuenta en una entrevista con Efe en Madrid, es de hecho un principio que contagia todo este quinto disco, compuesto a lo largo de los últimos doce meses de una forma "orgánica", con un primer corte que aborda directamente esa temática bajo el título de "Esclavos".
"Yo creo que todos somos esclavos de algo", admite esta "empática" rapera, que canta que "solo los esclavos saben lo que vale un día de su vida" y habla por ejemplo de las emociones que nos dominan.
En el "single" de presentación, "33", se deja llevar por ellas y desata toda su agresividad femenina tras un primer verso rotundo: "¡Qué mierda eres!".
"La esencia de esta canción es ese punto de violencia que solo llama la violencia", revela Rodríguez, harta de los demonios que engendra este mundo en el que vivimos, aunque en su papel de bruja diga que ella no le echa mal de ojo a nadie.
Se trata de uno de los varios ejemplos de este disco de canciones surgidas en el mismo estudio de grabación en cuestión de minutos, "un vómito" creativo, describe, o uno de esos "momentos de claridad" que a veces le asaltan, aunque en otras se lleven "los demonios".
Rodríguez (Jerez de la Frontera, 1979) comenzó su carrera en el año 2000 con "Lujo ibérico", su descubrimiento con "verdades como catedrales". Después llegarían "Alevosía" (2003), en el que buscó un lado "más atrevido", y "Malamarismo" (2007), que califica como "la alegría".
"Bruja" se publica tres años después de su último disco de estudio en el mercado, "Dirty bailarina" (2010), que todavía considera su disco "más maduro y reposado" y en el que trabajó junto al productor estadounidense Focus, quien previamente había colaborado con otras mujeres fuertes como Beyoncé.
Necesitada de hallazgos nuevos, en su quinto disco no ha buscado "nombres", dice, sino "sonidos", y de ello ha surgido un trabajo grabado en Barcelona con varios productores (Jota Mayúscula, Djimi Finger, Lex Nevl...) y muy variado en estilos, con temas "más afilados" como el citado "33" y otros más "sugerentes", basados en el "movimiento" y en el reggae.
"El caldeado ambiente" que ha percibido allí donde "Dirty bailarina" la llevó han influido en sus letras, en las que vuelve a mostrar su compromiso "como ser humano" y su rechazo "contra los abusos".
"Siento responsabilidad social como individuo, no como artista. Como tal, me siento libre de hacer lo que me dé la gana. No quiero ataduras, no soy una política", reclama.
En ese sentido, cita una máxima del taoísmo: "Hay una fila interminable de almas y tú lo único que puedes hacer es sentir admiración por el que tienes delante y compasión por el que está detrás".
"Cada uno tiene algo que hacer en este mundo y yo no me puedo poner a hacer la organización de la fila", dice Rodríguez, que se define como "una montaña, que lo que quiere es estar bien y realizarse", lo que en su caso, significa hacer canciones y agitar la opinión y la crítica, estimular el pensamiento.
Considerada como una de las primeras figuras del hip-hop español, nominada varias veces a los Latin Grammy Awards y con unas ventas estimables para el rap, asegura que en su mente no cabe obligación alguna por colocar una determinada cifra de discos en la calle.
"Quien esté en esto por vender, que mejor lo deje", afirma rotunda La Mala Rodríguez, que el próximo sábado pone "Bruja" en liza por primera vez en un acto solidario en Sevilla junto a otros colegas de profesión y que el sábado 29 de junio se subirá al escenario del festival urbano y multidisciplinar madrileño Mulafest.