Winterbottom ocupa un lugar impreciso en el panorama del cine británico, que, como se sabe, a veces parece no existir. Los cineastas del Reino Unido limitan al Oeste con EEUU, una vecindad que sufren con tanto influjo como el que soporta Canadá. Pero si miramos al Este, su pertenencia al continente europeo tampoco les facilita mucho las cosas. La sombra de Francia les apesadumbra, saben que el fútbol nació en Inglaterra pero el cine fue alumbrado en Francia y eso sigue siendo un valor añadido. El resultado de esa indefinición entre el mayor foco, con permiso de la India, del cine comercial y el más importante vivero del cine de autor, hace que cuando se habla de cine británico, no se acabe de precisar sus perfiles.
Esto nos lleva a confirmar que Winterbottom, un extraño entre extraños, se nos aparezca como un cineasta imprevisible. Su filmografía resulta, al menos en apariencia, dispersa y discontinua. Pasa del cine denuncia a la ciencia ficción, del ensayo erótico a la adaptación literaria; del melodrama familiar a la crónica de la historia contemporánea.
Y ese recorrido presenta un común denominador: una corrección formal, una inteligente adaptación a los formatos, un situacionismo de autor que desconcierta. Este The Trip confirma todo lo dicho. Su argamasa narrativa es un puro pretexto: un viaje por Inglaterra donde dos histriones, de proyección y economía diferente, comparten mesa y mantel. A veces, se retan en un juego de imitaciones a actores famosos, que dejan entrever la mecánica de la interpretación, las razones del oficio y sus parches y recovecos. Esa crónica que se mueve entre un docudrama y una representación sobre la fama y el desequilibrio afectivo propicia en manos de Winterbottom minutos brillantes, diálogos barnizados con la arquetípica flema de la vieja Albión; actitudes y aptitudes que parecen escaparse de los ensayos de Chesterton. Y como decía en creador del padre Brown, lo que muestra el filme de Winterbottom son, no las ruinas del imperio sino las reliquias; ese valor añadido por el que los británicos convierten en memorable incluso lo que debería ser olvidado. En este caso con un recital sobre el oficio actoral, el paisaje inglés y la delgada línea que va de la felicidad al fracaso, de la fama a la soledad.
Dirección: Michael Winterbottom Fotografía: Ben Smithard Montaje: Mags Arnold y Paul Monaghan Intérpretes: Steve Coogan, Rob Brydon, Paul Popplewell, Margo Stilley y Claire Keelan Nacionalidad: Reino Unido. 2012 Duración: 107 minutos