Vitoria. Aunque no lo parezca en lo meteorológico, el verano se acerca y con él llega el final de curso expositivo en la Escuela de Artes y Oficios. El centro inaugura hoy dos nuevas muestras que se encontrarán con los espectadores hasta el final de junio, pero no contentos con eso, los estudiantes del espacio incluso saltarán estas semanas a otros lugares como la cafetería Nebraska. Pintura y fotografía marcan la senda de este punto y seguido que retomará su actividad cuando vuelvan las clases.

En lo que se refiere a las propuestas que se pueden ver desde esta tarde hasta el 28 de junio en el interior de la escuela, que cuenta con la colaboración de la Fundación Amárica, el espacio reservado para el artista invitado lo ocupa en este caso el músico Iker Sánchez con su producción pictórica Sareak, mientras que la zona prevista para los alumnos pertenece a los estudiantes de fotografía creativa, que presentan La ciudad fantasma.

En el caso de Sánchez Silva, seguro que a muchos les sorprenderá encontrarse con él en un ambiente que nada tiene que ver con lo musical. Pero lo cierto es que hace ya una década que el director de orquesta nacido en Irún y residente en la capital alavesa cruzó su camino con Artes y Oficios de la mano de la pintura. Ha ella ha vuelta cuando ha podido, aunque su apretada agenda ha sido un impedimento importante. Pero como hace un año encontró un estudio "que se ha convertido en mi refugio, donde trabajo muy a gusto a veces incluso haciendo jornadas de siete y ocho horas", explica.

Desde la experimentación con lo abstracto, y tomando el gesto de la curva como herramienta para pintar, casi como el que hace de manera habitual con la batuta, el artista presenta aquí el resultado de los últimos seis meses de trabajo, mostrando dos series dominadas, por un lado, por lo rápido y lo irracional y, por otro, por lo meditado y pretendido, casi mecánico.

"En la pintura encuentro paz", dice con una sonrisa el autor, "porque es algo íntimo, que me permite conectar conmigo mismo sin nada de por medio". Y ello sin que haya que contraponer nada con la música, es decir, aquello que marca su día a día.

En un plano por completo diferente se encuentra La ciudad fantasma. Una quincena de estudiantes de fotografía creativa y su profesor son los responsables de un trabajo con tres ejes básicos: la utilización de cámaras estenopeicas, el reciclaje de materiales, y la urbe.

Los dos primeros están muy relacionados puesto que los artistas han creado de cajas, por ejemplo de bombones, sus herramientas de trabajo, cámaras que también se exponen junto a las imágenes que han tomado, instantáneas que aparecen en radiografías caducadas y que están enmarcadas por cartón reutilizado. Todo ello aporta un contexto pero también unas texturas y características que ofrecen otras lecturas sobre la temática propuesta.

Ahí aparece la ciudad, su arquitectura, su paisaje, su vida... imágenes de calles y plazas donde las personas a veces no se sabe si pasan, se pierden, aportan o disfrutan, que de todo hay, aunque eso es algo que tendrá que descubrir cada visitante.

Fuera del centro Pero en este final de curso, la apuesta expositiva de la escuela no se queda sólo entre sus paredes. Sale también para abrir una suerte de sucursal en la cafetería Nebraska, desde mañana hasta el 30 de junio. Agua/Ura es el título de esta propuesta fotográfica realizada por los alumnos del taller de arte de más de 55 años.

Como en el caso anterior, son 16 los participantes, una quincena de alumnos y su profesor. Y como bien indica el título de la producción, es el agua, incluso sin aparecer de manera explícita en alguna instantánea, la protagonista temática. Eso sí, las interpretaciones a partir de ella son variadas y diferentes.

La exposición, que en julio viajará hasta Pobes con la idea de luego seguir camino ante los espectadores en otros espacios del territorio, se completa con la instalación de un collage en el que se incluyen diferentes imágenes estenopeicas llevadas a cabo por los participantes.