LA expresión "eres un fantasma" describe un modo de comportamiento fantasioso y poco pegado a la realidad de una persona en su estilo social. Nuestra sociedad está llena de fantasmas que pretenden ser lo que no son y se empeñan en resaltar cualidades que no tienen. El gran escenario de la tele moderna está lleno de personajes que van arrastrando las cadenas de su fantasmal presencia, pretendiendo tener solución a todos los problemas de la economía y ser más listo que los ratones colorados, cuando, en realidad son patéticos muñecotes manejados por productoras y cadenas. La leyenda mitológica nos recuerda que Saturno terminó devorando a sus hijos en una explicación de comportamiento humano que se puede aplicar a la tele en su afán fagocitador, cuando semana tras semana el medio se zampa a presentadores, colaboradores o personajes de actualidad con extrema voracidad, dejando las cunetas de los caminos mediáticos llenas de cadáveres de famosos olvidados, comentaristas quemados y fantasmas periclitados. Estos fantasmas se reproducen como perretxikos en primavera y pueblan los programas con pláticas, pizarras y discursos hábilmente amañados que resuelven problemas económicos, sociales y laborales en acelerado plis plas que tiene más de charlatán de feria que de documentados especialistas. Miguel Ángel Revilla encarna todas las maravillas de estos animadores de plató que ingenuamente o cobrando buenos talegos, se asoman a las pantallas con un estilo más de cómico que de frío analista. Actuaciones de fantasmas que se desvanecen en cuanto abandonan la cámara y el espectador esboza tímida sonrisa más de compasión que de agrado. Cierto que estos fantasmas son flor de un día televisivo.