Cuatro años, otros tantos poemarios. De humo y nada abrió la senda. Deja que el silencio hable y En el saco roto de los días siguieron el camino. Ahora toca dar un nuevo paso con Sine homo. El verso no se detiene, no puede ni quiere puesto que es casi una necesidad diaria para la escritora gasteiztarra Blanca Uriarte. Aún así, la autora no esconde que la responsabilidad ha ido creciendo a cada entrega, a cada encuentro con el lector aunque esa sensación un tanto incómoda no es capaz de esconder la emoción que aparece en sus palabras cuando se habla con ella de sus palabras.

Ese mismo sentimiento lo inundó todo hace unos días en la presentación de su último poemario en el Palacio Villa Suso, la última parada en la que el libro todavía pertenecía a su creadora. Tras el acto, los versos ya son de los otros. "No siento ninguna vergüenza, no lo veo como si estuviera desvelando intimidades. Lo que escribo son momentos que hemos vivido todos, son momentos del mundo, no sólo míos. Cada persona es diferente, pero me interesa, si es posible, que cada uno, desde su experiencia haga suyo el libro, que haga suyo cada poema", describe la creadora.

Sine homo, publicado por Ediciones Rilke, se construye igual que fue creado, por el momento, por aquello que en el instante de sentir la necesidad de escribir salió pidiendo tomar voz. Por eso, aunque la escritora no rechaza otras fórmulas, asegura que la mirada puede caer en cualquier parte del poemario sin que se requiera un antes o un después. Al fin y al cabo, la propia vida marca el contexto para acercarse a los versos y como en ella, la sorpresa es un factor que nunca hay que perder. Y lo inesperado también se asoma en algunas de las páginas en lo que respecta a la forma de lo escrito, ocupando las letras espacios que según los cánones oficiales no les son propios. "Aún así es el contenido el que tiene importancia. La palabra es maravillosa y te invita a regodearte en ella, pero el fondo es lo relevante, lo esencial".

En este sentido, Uriarte tiene claro que, más allá de algún que otro juego visual, la base primordial de su trabajo se encuentra en la reflexión, en la mirada crítica, en la capacidad de análisis. "Estamos en un mundo muy injusto. Hace falta pensar, examinar nuestras contradicciones, sabiendo que yo soy la primera que las tengo". Y en ese sentido va también el título de Sine homo. "Creo que soy una persona positiva y vital, pero los poemas tienen una carga de tristeza. Adoro la vida pero debemos mirar al mundo que estamos creando; este libro expresa una duda sobre la humanidad del hombre. El optimismo es algo que no se debe perder, ni el trabajo por cambiar, pero hay tantos intereses económicos que superan cualquier intento de hacer las cosas de otra manera".

Pensamientos que, por cierto, se expresan sobre todo en castellano, pero que también aparecen en algunos poemas en euskera, algo para lo que la escritora ha buscado algo de ayuda. "Me gusta mucho viajar por el mundo y creo que el patrimonio cultural es un privilegio de los pueblos, por lo tanto, hay que luchar por ello más allá de cuestiones ideológicas".

En un idioma o en otro, el lector espera. Y la creadora no se detiene. "A estas alturas del año ya tengo como para publicar otro libro", dice con una sonrisa. Poco a poco. El verso es necesario. Escribirlo pero también leerlo.