Vitoria. "Lo que miramos sin ver todos los días". Ese es el Séptimo cielo en el que el fotógrafo navarro Carlos Cánovas viene trabajando desde 2007, una serie que todavía no está cerrada pero con la que ya ha realizado diferentes exposiciones como la que hoy se inaugura en la sala Amárica para permanecer allí a la vista del público hasta el próximo 30 de junio.
El paisaje urbano, o que limita con él, vuelve a llenar el espacio foral como hasta hace nada lo ha hecho de la mano de las instantáneas del vizcaíno Mikel Eskauriaza, una línea de continuidad temática y técnica que habrá que ver se mantiene más allá del verano o no. De momento, la atención la reclama Cánovas con un proyecto que tiene a las localidades de Zizur Menor y Zizur Mayor, ubicadas en la cuenca de Pamplona, como punto de referencia ya que es allí donde el autor reside.
"Son lugares en transformación", como explica Juana Arlegui, mujer y socia del autor, espacios retratados sin la presencia humana, sin que se produzca ninguna acción y como suspendidos en el tiempo, "escenarios de la vida" que hablan por sí mismos de la persona, de lo que le sucede y del paso del calendario, todo ello para mostrar el diario de la periferia urbana, de lo que rodea a una ciudad.
Una treintena de fotografías de los centenares que Cánovas viene realizando en los últimos años componen esta exposición que aunque se abra hoy, ayer ya recibió sus primeras visitas de la mano de alumnos de la Escuela de Artes y Oficios y miembros de la Sociedad Fotográfica Alavesa.
Esa frontera que marca el final de lo rural y el principio de lo urbano, o viceversa, esa una cuestión que Cánovas ha tratado en ocasiones anteriores tomando a la mencionada Pamplona o a Bilbao como puntos de referencia. En este caso, en una superficie muy cercana a su casa, pone la mirada en dos localidades que, como sucede en algunas localidades cercanas a Gasteiz, las construcciones antiguas propias de lo que todavía hoy sigue siendo un pueblo se ven rodeadas por nuevos elementos del urbanismo público y por construcciones de chalets y nuevos edificios. No es ciudad pero su presente apunta a ello.
Esa configuración que va cambiando y la influencia de las condiciones climatológicas, tan parecidas a las de la capital alavesa, marcan este testimonio gráfico de una realidad que parece inmutable al mostrar construcciones fijas pero que, muy al contrario, es testigo del cambio, bien sea éste para bien o para mal.
"Un lugar es capaz de acoger todos los tiempos", señala Arlegui. Amárica expone los captados por Cánovas. Ahora es el momento del espectador y su mirada.