Hace tiempo que la ilustración dejó de verse como una disciplina menor de la pintura para lograr su propio espacio en el ámbito de las artes visuales. Dentro de la gran diversificación del sector, dividido en áreas tan dispares como la publicidad o la animación, la ilustración editorial sigue siendo una de las más poderosas. Más aun si se atiende al caso del País Vasco, donde las nuevas generaciones de ilustradores confirman que el peso de la tradición continúa vigente.

"Es lo que hemos consumido y, ahora, es lo que creamos", declara la joven ilustradora Eider Eibar, que recuerda haber crecido con una literatura infantil y juvenil en la que predominaban los dibujos de calidad. Los nuevos ilustradores coinciden en destacar como referentes a Asun Balzola o Elena Odriozola. Sin embargo, la heterogeneidad en cuanto a técnica y carácter aportada por las nuevas generaciones ha abierto un variado abanico de posibilidades en la ilustración vasca, caracterizada por la buena salud que goza a pesar de las dificultades económicas actuales. "No solo hay muchos profesionales, sino también muy buenas iniciativas, como las asociaciones que se preocupan de que el sector intente ir mejor", señala la ilustradora Amaia Arrazola.

Daniel Martín, presidente de Euskal Irudigileak e ilustrador -conocido por el seudónimo Danimaiz-, explica que la asociación trabaja en "difundir social y profesionalmente el valor de la ilustración dentro de los contenidos de la cultura vasca", así como tratar que la misma "asociación y sus actividades sirvan para tejer y fortalecer los lazos interprofesionales". Una de sus iniciativas fue la publicación del catálogo Irudika (2010), donde se puede observar un amplio espectro de ilustradores que trabajan actualmente en el País Vasco. De forma paralela, la asociación Galtzagorri, que promueve la literatura infantil y juvenil en euskera, se ocupa también de fomentar el trabajo de los ilustradores, con diferentes proyectos como la publicación bianual de la revista Behinola, en la que se recogen ilustraciones de los artistas vascos.

Otro de los motivos que explica el auge de ilustradores se debe a la reciente creación de estudios específicos "que están posibilitando que mucha gente se dedique a ello o pretenda hacerlo", aclara Martín. Sin embargo, hay algunas tendencias que no cambian demasiado, por lo menos en el ámbito editorial.

Cuestión de estilo "Siempre ha habido más ilustradoras que ilustradores, no es algo nuevo", afirma el presidente de Euskal Irudigileak. Algo con lo que Eibar está de acuerdo: "Hay estadísticas que prueban que eso es así, sobre todo en literatura infantil y juvenil". No obstante, hay quien opina, como la ilustradora Sara Morante, que dichas afirmaciones son viejos tópicos, ya que observa el mismo número de hombres y mujeres en la ilustración editorial. Sea como fuere, todos coinciden en manifestar que el género del dibujante no influye demasiado en sus creaciones.

Según Arrazola, "los hombres que son ilustradores tienen una sensibilidad tan fina como la de cualquier mujer, con acabados preciosos y fuerza en el mensaje que transmiten". Los retos actuales, por lo tanto, traspasan la barrera de los tópicos y residen en sobresalir de la muchedumbre de nuevos ilustradores creando una forma de expresión propia. "Se debe buscar un estilo personal con el que te sientas identificado, para poder dar visibilidad a tu trabajo y lograr divulgarlo", indica Eibar.

Se trata de una tarea difícil en un contexto saturado de imágenes. La ilustradora Iraia Okina es de la opinión de que "hay que mantener el interés por tu trabajo a lo largo de toda la carrera, aun así no hay forma de garantizar una larga vida profesional". Ante la incertidumbre del oficio, Arrazola apela al optimismo: "no se debe perder la creatividad ni las ganas de dibujar, hay que seguir teniendo motivación todos los días para sentarte frente a los lápices a pesar de llevar un mes sin facturar".

Universo editorial Aunque la salud de la ilustración vasca es buena, es inevitable que la crisis en el sector editorial arrastre consigo a esta disciplina artística. Los que más sufren las consecuencias son los dibujantes. "Se trabaja con plazos ridículos y se publican muchos libros con una vida corta en una especie de bucle en el que es muy difícil subsistir", explica el ilustrador Iban Barrenetxea. Otros inconvenientes son "los retrasos a la hora de cobrar", según Morante, o "el trabajar el doble para ganar la mitad", en palabras de Arrazola. Resignados por una situación que saben que afecta a todas las artes de las industrias culturales, los ilustradores buscan nuevas vías y formas de superación.

En ese sentido, Morante destaca como reto el "libro en formato digital o cualquier cambio en el sector", ya que asegura que la demanda de libros ilustrados por parte de los lectores es amplia y el trabajo de los ilustradores seguirá siendo necesario a pesar del salto digital.

Aun así, según Okina, "el mercado vasco no es grande y las editoriales no arriesgan mucho a la hora de editar cosas más personales"; por ese motivo, los ilustradores se han lanzado a buscar otras alternativas al trabajo local, mediante las facilidades que ofrecen las nuevas tecnologías. "Las fronteras hace tiempo que han dejado de existir, es posible trabajar para una editorial de Corea o de México", señala Barrenetxea como revulsivo al limitado mercado vasco, que contrasta con la cantidad de ilustradores autóctonos.

No obstante, debido al carácter individualista del gremio -favorecido en parte por su condición de autónomos-, no es posible hablar de una realidad común. "Cada ilustrador se enfrenta a la creación de forma individual", señala Barrenetxea y el resto consiste en "sobrevivir tratando de crear obras de calidad". Cada dibujante es un mundo creativo dentro del universo editorial.