Como es sabido, statu quo es una locución latina que significa "en el estado (statu) en que (quo)" y se usa especialmente para designar el estado de las cosas en un determinado momento. Me viene a la cabeza esta locución porque hablar del status quo de la cultura local es la función de esta columna. Cuestión cada vez más difícil para mí. Porque? ¿dónde están las cosas? Me faltan cosas que poder abordar, dado el desierto cultural en el que vivimos. Laurence J. Peter, el autor de El Principio de Peter, comentó en una ocasión: "la burocracia defiende el statu quo mucho tiempo después de que el quo haya perdido su statu". Esta frase viene que ni pintada para describir ese estado de las no cosas en el que nos hayamos inmersos ahora mismo en nuestra ciudad. Y así, en esta columna, desde hace tiempo me dedico más a hablar de lo que no hay, que de lo que se genera desde las gestorías públicas de la cultura. Tenemos estado, tenemos infraestructuras, tenemos departamentos, pero no tenemos cosas, cultura. ¿Quién produce cultura de un lugar? Respuesta: los ciudadanos de un territorio. Algunos de ellos, llámense artistas, se han profesionalizado. Claro, hablamos de épocas pasadas en las que uno podía pensar en vivir de ello. O, más bien, vivir con ello. Pero ahora mismo uno se encuentra con creadores a los que Hacienda está a punto de embargarles su estudio o con otros más afortunados que están viviendo del subsidio de pobreza. ¿Deben nuestras instituciones culturales aportar soluciones a este problema del arte local? Supongo que si quieren que se siga creando, realizando arte, cultura, en nuestro territorio, sí. Es su responsabilidad, ya hemos hablado de ello. Pues desde lo público se tiene que proteger, incentivar la cultura de un territorio. Pero parece ser que ese asunto no les preocupa: siempre se podrá tirar de exposiciones de esas de circuito que llegan de otros puntos del Estado y que se alquilan por un puñado de euros.

Como el status quo de nuestro territorio no parece que vaya a cambiar, los creadores tendrán, tienen, que intentar buscarse la vida para poder seguir creando. Emigrar, es una de las soluciones. Y no hablo de hacer las maletas para irte de esta ciudad, sino de intentar trabajar para programas, instituciones, que no estén directamente vinculadas con la cultura, plantando tu creatividad en otros terrenos no tan baldíos como los culturales. Pues un creador puede aportar su imaginación, creatividad? a áreas enfocadas a lo social, turístico, etcétera. Hablamos de innovación creativa aplicada a otros ámbitos. Y en ese sentido lo tienen más fácil las nuevas generaciones de artistas que se han dedicado a pergeñar un tipo de arte más inmaterial, más enfocado a la búsqueda de relaciones con el contexto, con la ciudadanía. Y con cierta sensibilidad por lo social. Porque de lo que se trata es de intentar ofrecer otras visiones de nuestra realidad fuera de la norma. De incentivar el pensamiento crítico y generar reflexión.