Mientras la vida lo permite, nunca se termina de aprender. Y tampoco de encontrarse con primeras veces, ya sea para lo bueno o lo malo. Puede parecer mentira hablar de Kepa Murua como un debutante en cualquier cosa que tenga relación con la palabra. Pero es que esta vez, no queda otra. El poeta, que también tiene su alma de editor, se convierte en esta ocasión en novelista y eso, a pesar de toda su trayectoria profesional, es algo que todavía no había sucedido. Es una nueva senda para encontrarse con el lector que se abre de la mano de Un poco de paz, título publicado hace justo una semana por Desvelo.

El invierno de la Gasteiz en la que desde hace años reside el autor de Zarautz sirve como escenografía para, como él mismo dice, una trama sencilla en apariencia, pero que esconde muy diferentes capas, unas más cercanas a la superficie, otras mucho más profundas. "Es una novela que va indagando en el tema de la soledad pero al final, como en casi toda mi obra, hay un canto a la esperanza, a llamar al amor, a la amistad, a la compañía. La soledad es un hecho muy real en la vida, pero no hablo tanto de ella de forma explícita, sino más del silencio como antesala a la soledad aunque también lo sea para el pensamiento. Aquí se habla de la vida plena, cada uno en su sentido", describe.

La búsqueda de la felicidad marca el sentido de este nuevo camino para Murua. "Creo que he escrito un libro de sentimientos con mundos paralelos y diferentes, donde la reflexión sobre lo que se siente a veces cobra tanta importancia como lo que se dice o se calla". Y en ese transcurrir, hasta lo más mínimo tiene su importancia, ya tengan voz ante el lector las personas, los animales, los paisajes...

Porque cada lugar de esta novela esconde algo. Entretener sí, pero profundizar por supuesto. Y aunque la poesía se toma un respiro en su relación con el escritor, su huella se puede rastrear. "Pienso que es una novela muy bien escrita que configura un tipo de literatura que ofrece una serie de consideraciones, sencillas y profundas, sobre la vida". Y también sobre el autismo, sobre el propio arte, sobre...

La publicación de Un poco de paz viene a culminar un proceso iniciado en 2008, cuando los paseos de madrugada de Murua hasta la sede de Bassarai en la calle Siervas de Jesús suponían acumular pensamientos y cavilaciones. "Tenía mis proyectos pero la crisis me estaba haciendo muchas preguntas. Eran como las cinco y media de la mañana cuando iba a la oficina y me decía que tenía que hacer algo para cambiar el ritmo del día, las reflexiones negativas que me traía la crisis. Por eso empecé con la novela, al principio era como un juego. Pero me enganché y empezaron a salir cosas nuevas. Poco a poco, los personajes fueron encontrando su propia voz y yo comencé a divertirme. Fue una catarsis liberadora porque me permitía empezar cada jornada con una visión de la vida más como un fluir". Pero ahora es el momento del otro, de quien tenga su libro entre las manos. "Al lector que me conoce, le va a enganchar y al que no, la novela le va a sorprender muchísimo, como ha sucedido con las memorias."

El final de 2012 trajo consigo el poemario Escribir la distancia y las memorias Los pasos inciertos. Este 2013 se abre con Un poco de paz. Un ritmo que parece levantarse ante la tiranía de las malas noticias de acompañan a la crisis. Pero es que como dice Murua, los impulsos están para seguirlos. Por eso, enfrascado en promociones y entrevistas, continua dando forma a sus próximos proyectos. Eso sí, con tiempo. Sin prisas. "Con la novela y el libro de memorias se me ha abierto una puerta narrativa que voy a seguir tocando, pero sin abandonar el mundo poético". Todo llegará. "Las cosas tienen sus momentos". La palabra, como la vida, fluye.