Granada. El escritor Luis García Montero afirmó ayer que, en épocas de crisis, el intelectual no debe creer que posee la verdad "pero tampoco ha de estar dispuesto a negociar con la mentira", y "debe sentir vergüenza ante la corrupción, la hipocresía, la falta de explicaciones públicas y el silencio". "Si el intelectual siente vergüenza, se acerca a lo que siente buena parte de los españoles porque, si son tristes muchas de las cosas que suceden, mucho más lo es cómo se gestionan esos sucesos a través de silencios, de mentiras e hipocresías", aseguró el poeta granadino.

García Montero habló del compromiso del intelectual en la conferencia inaugural del simposio internacional que ayer y hoy se celebra en Granada en torno a la revista Realidad, fundada por el escritor Francisco Ayala en Buenos Aires en 1947 tras la Segunda Guerra Mundial y en medio de una de las crisis más duras que ha conocido el mundo. Esa revista fue un verdadero "taller de ideas" y un ejemplo de colaboración entre escritores de varios países. En ella participaron intelectuales tan importantes como Jorge Luis Borges, TS Eliot, Sartre, Martin Heidegger o Bertrand Rusell, así como, entre otros, los españoles Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas y José María Ferrater Mora.

Tanto en su intervención inicial como en un encuentro posterior con la prensa, en el que también participó Carolyn Richmond, viuda de Ayala, García Montero defendió la necesidad de que el intelectual no se quede en un plano teórico sino que intervenga en la realidad. Y, hoy, "si quiere ser representante de la parte más preocupada de la sociedad, su primera labor es sentir vergüenza", insistió el autor de Vista cansada. Pero tampoco el intelectual debe limitarse a eso. Tiene que "ser firme a la hora de participar en la opinión pública y de construir una opinión que vigile la mentira". Estos días, prosiguió el poeta, "estamos viendo cómo se participa alegremente en la mentira", y eso ha quedado patente, en su opinión, en los debates sobre el estado de la nación y "en muchas de las justificaciones que se están dando a sucesos inadmisibles para una democracia".

Es oportuna la revisión de la revista porque muchos de los temas que se plantearon entonces siguen preocupando ahora, entre ellos la necesidad de defender la democracia, "cómo huir de los peligros del totalitarismo, de qué manera impedir que la deriva mercantilista de la democracia acabe sometiendo las instituciones al dinero y no a la soberanía de los ciudadanos, las consecuencias de la globalización o los peligros de las identidades cerradas", subrayó García Montero, quien también afirmó que "degradar la cultura es tan grave como degradar la sanidad o cualquier otro servicio".