Vitoria. Lo que él mismo dice que comenzó hace unos cuatro años como un juego del que sólo tenía claro el título terminó ayer por convertirse en una realidad que ya es propiedad de los lectores. El Museo de Bellas Artes de Álava fue el escenario desde el que el escritor vitoriano Pedro Tellería descubrió algunos de los entresijos de Los pasos del nómada (Arte Activo Ediciones) un poemario que "remite a la libertad, a no estar anclado ni a un espacio, ni a un tiempo ni a una gente".

Tras dejarse llevar por primera vez por la novela con Un asunto muerto, que vio la luz en 2011, el también crítico literario y director de la revista digital Luke vuelve a encontrarse con la poesía que ya practicó, aunque de manera diferente, en Radiograma 31, publicada en 2007. "Aquello era prosa poética y esto es verso. La voz y la temática han cambiado. Aquí subsisten algunas características, pero me aterra hablar de la palabra evolución. Diría que he cambiado. Hay cambio consciente, elegido voluntariamente", explica el autor, quien recuerda que con este último trabajo "empecé casi como un juego, probando esa idea del nómada que me rondaba la cabeza y luego fui profundizando y vi que tenía enjundia suficiente como para convertir el proyecto en un libro".

Poco a poco, tejiendo palabras, ideas y pensamientos se ha terminado por construir una propuesta en la que todo lo ocupa "esa idea de la no pertenencia", que Tellería afirma se enlaza con la temática de Un asunto muerto puesto que "aunque era una novela negra, al fin y al cabo trataba de una persona que pertenecía a una determinada organización y eso le limitaba en su libertad. Ahora, aunque sea un poemario, hablo de alguien que no quiere atarse ni a un espacio, ni a un tiempo ni a nada".

Así se puede ir descubriendo a través del medio centenar de poemas que dan forma y fondo a Los pasos del nómada, libro que se estructura en tres partes y que utiliza dos poemas añadidos al principio y al final a modo de prólogo y epílogo, dos referencias que arrancan con un pájaro que susurra algo al oído del poeta, a partir de lo cual comienzan a discurrir los versos hasta llegar a la conclusión del viaje, cuando el pájaro se marcha, igual que se van la inspiración o las musas.

"La aspiración del escritor, además de que le digan que se expresa bien -lo que siempre es agradable-, es que el lector piense sobre sí mismo. En mi escritura, la confesión cede el espacio a la reflexión del lector. No soy un poeta que va contando cosas de mi experiencia, o por lo menos no de manera explícita, y lo que hago es que quien me lea llegue a pensar que puede pensar como un poeta piensa, que reflexione sobre temas como la pertenencia, la creencia, la espiritualidad... No es cuestión de mimetizarse con el poeta y sentir como él, porque cada uno somos como somos. Es más que nada que los temas den pie a la reflexión", apunta el autor gasteiztarra consciente de que estos no son tiempos propicios para tomarse ese respiro mental. "Es el reto de este siglo y por eso me ha salido este poemario sobre la libertad y la creencia, la idea de dios. Me parece que son los grandes temas que la modernidad arrinconó y que ahora los echamos en falta. Y cuando hablo de dios no me refiere al de los cristianos o al de quien sea, sino a algo que te permite ir más allá de lo real, de lo material. Se trata de trazar un sendero más a largo plazo de la inmediatez en la que vivimos".

Pero para que esos mecanismos se activen es imprescindible que al otro lado de la página haya alguien. Y a veces eso, máxime si se trata de poesía, parece complicado, más allá de los tópicos. "No juego la liga del mercado, no sé si por cobardía o por principios. El escritor es suficientemente responsable como para saber que tiene que vender como para que el editor siga existiendo, pero no es el camino que me guía" asume Tellería, que al ser preguntado por la visión que él como crítico literario tiene de su última obra, responde: "me resulta difícil contestar. Creo que es un buen libro, haría una reseña de él si me lo enviara la editorial". Es más, consiguiendo separarse un poco, no sin utilizar una buena dosis de humor, asegura que "le deseo lo mejor a este poeta que se llama Pedro Tellería".

Pero no todo es poesía, aunque es lo que toque ahora. La novela también está presente y el autor explica que están esperándole algunos manuscritos bastante avanzados. Todo llegará. Eso seguro. Pero de momento sus versos empiezan su propio viaje de libertad.