Es levantar una piedra y la palabra crisis aparece sin necesidad de grandes alardes. La cultura lo sabe bien. No se salva nada. O casi. Por ejemplo, el caso del Ayuntamiento de Vitoria empieza a ser de lo más curioso. Unos 6.000 escolares se van a quedar sin ir al teatro, entidades municipales como la Vitoria Film Office sobreviven sin tener presupuesto desde hace un par de años, no hay dinero para producir ni una sola exposición propia en un Montehermoso del que nadie tiene muy claro qué va a ser de él... pero, eso sí, hay alguna que otra iniciativa de supuesto tirón mediático que ya tiene asegurados, sin perder ni un céntimo para su próxima edición, todos y cada uno de los euros que viene recibiendo a lo largo de los últimos años de las arcas del Consistorio, y eso que ni sirve para promocionar nada realizado en Álava, ni hace referencia a firmas o profesionales alaveses, ni pone en valor nada local ni se celebra como guinda de lo que sucede el resto del año en la provincia aunque no intervenga en su realización...
Hay alguna que otra situación significativa en este sentido que habla de la política que el Consistorio lleva a cabo desde el principio de la actual legislatura con la crisis como excusa o salvaguarda para tomar unas decisiones que pasan por desmantelar lo que no tiene un consumo cultural rápido y sin consecuencias. Y no deja de ser triste observar determinadas discriminaciones positivas mientras se da la espalda a proyectos propios dejando en la calle a personas que trabajan por, para y en Gasteiz, poniendo en peligro una labor que se desarrolla a lo largo de todo un año, destruyendo la puesta en valor de lo cercano.
Un claro ejemplo es la Banda Municipal de Música de Gasteiz. Como otros, sabe a la perfección lo que es vivir esta crisis a golpe de recortes, tijeretazos que años tras año se han ido acumulando hasta empezar a hacer la situación un tanto insostenible. De hecho, 2013 ha llegado con todavía más malas noticias en lo que se refiere a recursos económicos y humanos, sin duda, siendo estos últimos los más importantes. En este sentido, tres han sido las personas que han tenido que abandonar la agrupación, algo que, en algunos instrumentos, pone en peligro que la formación pueda atender sus compromisos. Le pasa en el caso de la tuba. Si el único intérprete que queda, por ejemplo, no puede acudir a una actuación, tal vez ésta tenga que ser suspendida por falta de efectivos.
La situación no es ninguna broma. Desde 2010, la agrupación ha perdido más del 60% de su presupuesto, un descenso a lo largo de los últimos años que, sin embargo, contrasta con el gran esfuerzo que están haciendo sus componentes para enriquecer su camino con programas como el dedicado a sus solistas, la realización de conciertos que se salen de lo habitual para encontrarse con nuevos públicos de diferentes edades, la colaboración con invitados estatales e internacionales que también aportan su experiencia a los músicos además de encontrarse con el público...
La idea es, por supuesto, no rendirse y seguir trabajando, aunque sea desde la percepción de algunos de sus miembros de que la formación importa bien poco en la Casa Consistorial por muchas declaraciones públicas que se hayan hecho en el pasado, por muy reciente que éste sea. Al fin y al cabo, una banda centenaria como la gasteiztarra (paréntesis incluido a principios del siglo pasado) ha sobrevivido ya a muchas circunstancias y, sobre todo, a muchos políticos.
Además, 2013 también trae otros cambios en la relación del grupo con el público que habrá que ver qué recorrido tienen. La más importante es el hecho de que los conciertos en el Principal, hasta ahora gratuitos, van a pasar a tener un coste de dos euros por entrada, un pago que no deja de ser simbólico y que puede servir para que más de uno valore mejor el trabajo de la formación, aunque no deja de tener su gracia el momento elegido y la nula publicidad que de la medida se ha querido dar desde el departamento de Cultura dl Consistorio.