roma. Italia celebra el segundo centenario del nacimiento de Giuseppe Verdi con Viva Verdi, un programa que durante todo 2013 homenajeará a una de sus figuras más célebres y reconocidas a nivel mundial, que puso música al Risorgimento, el espíritu de la unificación italiana.

Su producción artística, cuya importancia y reconocimiento creció exponencialmente, se interrumpió con la muerte de su mujer, Giuseppina Strepponi, pero en 1840 resurge con fuerza con el estreno de la obra Nabbuco, con la que adquiere un reconocimiento general.

Es precisamente con esta obra, con el episodio del coro de los esclavos cantando el Va, pensiero, con la que los italianos, cansados de la presencia austríaca en su territorio, comienzan a sentirse identificados.

Aún hoy en día Va, pensiero constituye el símbolo de la protesta cívica italiana y es casi un himno para los italianos.

Es el Año verdiano, año en el que se llevará a cabo un programa cultural con este maestro de la lírica como protagonista que ha sido dotado de 6,5 millones de euros por el Gobierno de Italia.

Pero no solo Italia celebrará la efeméride, sino que con ocasión del bicentenario de su nacimiento, los principales templos de la lírica de todo el mundo recordarán al genio de Busseto interpretando obras como sus obras.

Uno de los países que más aprecia la ópera, Austria, se ha acordado también de la fecha y ha diseñado un programa hasta el verano en el que voces de la talla del español Plácido Domingo, el mejicano Rolando Villazón o el galo Roberto Alagna llenarán la cabeza de los espectadores de historias y personajes verdianos.

Los amantes de la ópera de todo el mundo tienen un año cargado de celebraciones dado que, además del nacimiento de Giuseppe Verdi, Europa acoge y festeja, del mismo modo, el nacimiento de otro genio, el teutón Richard Wagner.

En definitiva, Verdi para los italianos no es un compositor más y el hecho de que celebren de forma conjunta su nacimiento se debe a que supo dar voz a los anhelos de una Italia separada e invadida, rebuscando en su historia común y sirviendo como estandarte del ansia de unificación que se culminó con una revolución nacionalista en 1861 que terminó de definir a Italia como una nación unida.