Vitoria. El nuevo año expositivo viene cargado para la Escuela de Artes y Oficios. En una especie de triple salto mortal hacia atrás, el centro inaugura hoy, en el margen de media hora, tres muestras en dos espacios distintos de la capital alavesa, un desdoblamiento no premeditado ni buscado pero al que el espacio se ha amoldado con la mirada puesta en el público y sus alumnos, al fin y al cabo los ejes del programa que cuenta con la colaboración de la Fundación Amárica.

En la sala Luis de Ajuria, hasta el 24 de este mes, se presentará Historias domésticas. Istoria etxetiarrak, resultado del trabajo colectivo de medio centenar de componentes de las secciones de fotografía y vídeo. En la propia escuela, en este caso hasta el 1 de marzo, se mantendrá el esquema de ocasiones anteriores, siendo la artista invitada Sonia Prieto con El pasillo de los sueños, que estará acompañada por Verde al rojo vivo, propuesta de 14 componentes del Taller de Pintura de Artes y Oficios.

En este último caso, 14 dípticos conforman una propuesta en la que los dos colores mencionados se ponen al servicio de una reflexión sobre la situación de crisis actual, centrándose sobre todo en las situaciones por las que está pasando el sector cultural. Ese juego habla de la esperanza, de la desazón, del aprendizaje, de los ataques, del conocimiento, de los ajustes... en definitiva, de una sociedad que parece empeñada en recortarse a sí misma mientras intenta encontrar mecanismos para la reacción. "Esperemos que en esa mezcla del verde y el rojo que se da en este momento no salgan marrones sino que gane la esperanza", apunta la profesora Mila Bretón.

Ese trasfondo en cuanto a la necesidad del arte, de la creación cercana, de los ataques a la cultura también se puede vislumbrar en Luis de Ajuria con Historias domésticas. En este caso, los alumnos convierten la sala en su casa, en ese contexto propio e íntimo donde tienen lugar las emociones, vivencias y sentimientos más próximos y, en muchas ocasiones, apreciados. Instantáneas y audiovisuales son los principales interlocutores para hablar de "lo que nos es cotidiano, que en nuestro caso es la creación porque sin el arte no somos", remarca el también profesor Juan Arrosagaray.

Cierra este triángulo expositivo, de nuevo en la escuela, El pasillo de los sueños, una propuesta más personal que se distancia de esa idea sobre la situación de la cultura. Fotografía y palabra se dan la mano en este caso para adentrarse en los deseos, aspiraciones, temores... de Prieto, sensaciones propias que, a buen seguro, muchos de los visitantes sentirán como cercanas. Eso sí, la creadora, que ha realizado este trabajo en el aula de Proyectos Audiovisuales de Artes y Oficios, avisa que letra e imagen son inseparables para adentrarse de verdad en el conjunto de la obra.