Hace más de dos décadas que me rendí ante la evidencia y dejé de ver televisión. Desde 1988, exactamente. Cuando me compré mi casa y empecé a vivir por mi cuenta. Nunca puse el cable de la antena. Y no es que no me guste el cine, los documentales, etcétera, porque de vez en cuando veo películas, series de televisión… tirando de videoclubs, videotecas, internet… sino porque es evidente que la calidad de lo que se emite desde hace años por las cadenas televisivas, en términos medios, no llega a los mínimos necesarios para suscitar mi interés ni el de, me consta, gente amante de la cultura. Entiendo que la televisión tiene que entretener e informar, pero con ciertas dosis de inteligencia. Excepciones hay, no lo pongo en duda, pero no sólo dejé de ver televisión por su falta de calidad. Hay más motivos: el hecho de tener que ver algo ya programado, a una hora determinada y salpicado por anuncios publicitarios me quitaba las ganas de ponerme delante de un televisor.
Así que desde hace años vivo muy separado de la realidad televisiva, aunque en ocasiones no puedo evitar toparme con ella. En muchas casas, en muchos lugares, la caja tonta nos sale al paso. El otro día, por ejemplo, después de cenar con mi familia la noche de Nochebuena, se me ocurrió tomar algo rápido en un bar cercano. Tenían la televisión puesta. Emitían un programa especial pensado para amenizar tan especial noche. Quedé horrorizado. Al rato, al llegar a mí casa escribí esto en mi muro de Facebook: "Después de cenar, chupito en el bar más cercano. Corte de digestión: programa especial Nochebuena de la ETB. Desgarramantas haciendo el gilipollas ante la pantalla tocando (por decir algo) versiones de AC/DC. Muecas, histrionismo barato, baile payasil, mamarrrachismo a tutiplén. Talento cero. Eso sí: todo en euskera ¿En eso se gasta la pasta una tele pública? Mira que no hay músicos, artistas de interés en el País Vasco... No he echado las potas de milagro." Y un amigo me contestaba los siguiente: "presupuesto de EITB en 2012: 180 millones de euros, 4 canales. Sin comentarios..."
Sí, es una lástima que con la crisis actual de la cultura en la que la mayoría de los artistas que se dedican al cine, al teatro, a la música… están sufriendo ahora mismo lo indecible la televisión pública no tenga la sensibilidad de apoyarles de una manera clara y firme. Pues cuando una institución se nutre de dinero público hay unas responsabilidades que exigirle, unos objetivos que reclamar: formar, educar mientras se entretiene, es el más importante, pues la televisión no deja de ser un dispositivo educativo e informativo que debería de ser plataforma de difusión de la cultura y de las artes.
La televisión quiere entretenernos. Pero no para atraernos hacia la cultura. Nos quieren entretenidos para educarnos como consumidores y como sujetos pasivos y acríticos. "La televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural", decía el director Federico Fellini. ¡Qué gran verdad!