DONOSTIA. Leer ayuda a ampliar conocimientos, a agudizar nuestro sentido crítico, a despertar la imaginación... y es una inagotable fuente de placer que permite compartir ideas, pensamientos y experiencias. En definitiva, nos ayuda a mejorar como personas. Pero el universo del libro no es siempre todo lo accesible que quisiéramos. Así, estudios recientes aseguran que al menos un 20% de la población europea tiene problemas para leer; es el caso de algunas personas con discapacidad, mayores o inmigrantes con un conocimiento insuficiente del idioma.
La Asociación de Lectura Fácil, que nació en Catalunya en 2002, pretende allanar el camino a todas aquellas personas que tienen dificultades para leer. Contagiada por el ímpetu de esta agrupación, 2012 alumbró la rama vasca de la misma, Irakurketa Erraza Elkartea (IEE), que coordina Blanca Mata. Decenas de profesionales del mundo educativo y bibliotecario se dieron cita la semana pasada en Bilbao para escuchar a Mata, que expuso las líneas maestras de IEE. "Hay mucha gente a la que le cuesta leer, más de la que pensamos, bien porque tiene alguna deficiencia o porque sufrió trastornos en el periodo de aprendizaje, aunque muchas veces cualquier persona puede pensar que se le ha olvidado leer, porque hay textos -sobre todo los legales y los oficiales- que no hay quien los entienda", explica Blanca Mata.
Estos documentos, plagados de tecnicismos o con una sintaxis compleja que dificulta la lectura, son factores que desaniman a quienes, por alguna razón, tienen problemas para entender un escrito. No obstante, los contenidos farragosos han propiciado un nuevo modelo de redacción: los textos de lectura fácil. Se trata de libros, documentos, incluso páginas web, que se elaboran "con especial cuidado para ser leídos y entendidos por personas con dificultades lectoras", aclara Eugènia Salvador, miembro de la Asociación Lectura Fácil de Catalunya, presente también en las jornadas. "La lectura fácil recurre a un lenguaje sencillo que evita términos abstractos o simbólicos. El contenido describe los acontecimientos en orden cronológico, se narran historias con una sola línea argumental, dan continuidad lógica a la acción y relatan acciones directas y simples, sin excesivos personajes. Y también pedimos claridad en los documentos administrativos, que muchas veces son enrevesados y describen circunloquios que los hacen indescifrables para cualquiera. Nosotros reclamamos que han de ser claros, con una redacción transparente", precisa Salvador. La Asociación catalana ya ha impulsado la publicación de cerca de 130 libros y ha propiciado la implicación de 25 librerías de su comunidad autónoma. "Publicar este tipo de libros es caro y tratamos de buscar ayudas de las administraciones. Asimismo, tratamos de implicar a bibliotecas y librerías para que hagan visible el material. Primero les explicamos bien de qué se trata y luego les ayudamos a que lo cataloguen y a que lo exhiban de forma adecuada, no como libros para niños de 10 a 12 años".
abrir nuevos espacios Esta idea revolucionaria nació en los años 70, en los países nórdicos, y poco a poco ha ido cuajando en toda Europa. Por tanto, Blanca Mata recoge el testigo de más de 30 años de experiencia: "Hay cierta tradición en Europa y Catalunya ha sido pionero en el Estado, pero nosotros hemos empezado con muchas ganas. Queremos abrir nuevos espacios a la lectura, ayudar a crear nuevos lectores, además de recuperar el gusto por la lectura y mejorar el nivel de los lectores. Nuestra asociación ha nacido para cubrir el vacío que existe al respecto", aclara Mata.
De momento IEE se centrará en establecer una red de librerías que impulsen y publiciten la lectura fácil, en publicar material en euskera y castellano y en colaborar con instituciones y bibliotecas: "Tenemos leyes que hablan de esto, pero no se aplican, y con la lectura fácil queremos implantar la democracia lectora, es decir, que nadie se quede sin leer, que todo el mundo pueda acceder al libro". Mata señala a las bibliotecas y a las librerías como lugares donde se puede -y se debe- implantar el régimen de lectura fácil: "A las bibliotecas les vendría muy bien, porque es parte de su quehacer, pero ahí el contacto personal es básico y se requieren personas voluntarias que ayuden a los posibles lectores. Es decir, hay que dinamizar grupos de lectura o ampliar los ya existentes para acoger a este tipo de personas. Este proyecto puede ayudar a mucha gente, por ejemplo, a inmigrantes con problemas de inclusión social".