Penúltima cita. O undécima, según se quiera ver. BakeaSormena afronta sus encuentros finales con el público, pero lo hace todavía con mucho que contar. El ciclo impulsado por Porpol para conocer diferentes experiencias internacionales sobre la aplicación de las prácticas artísticas a la resolución de conflictos, contando para ello con la participación de creadores locales, viaja esta vez a Ruanda. Y lo hace, como desde el principio del proyecto, sin mover de las cocheras del Palacio Escoriaza Esquível.
En esta ocasión, la mirada se pone en la labor que en el país africano lleva a cabo la organización Les enfants de Dieu. Y para ello tiene como cómplice al artista Alfredo Fermín Cemillán Mintxo (definirlo sólo con palabras como ilustrador o pintor sería quedarse muy corto, sin desmerecer nada ni a nadie). Él y los que acepten la invitación de BakeaSormena se encontrarán hoy y mañana a las 20.00 horas, como siempre con entrada gratuita.
La agrupación secular centra su trabajo en los menores de edad huérfanos que viven en las calles de Ruanda. Primero, para retirarles de problemas como las drogas, la prostitución, el sida, el hambre, la pobreza... es decir, de la multitud de problemas que azotan a un país que ha sufrido graves y profundos conflictos bélicos cuya sombra es larga. El segundo paso es el de la reintegración en la sociedad partiendo de la rehabilitación personal, un proceso en el que tienen mucho que ver manifestaciones culturales como, por ejemplo, el hip hop.
"No conocía en concreto a esta organización, pero sabía de la existencia de programas de este tipo. A partir de la propuesta de Porpol, me he ido volcando más en acercarme a lo que hacen. La verdad es que incluso me sorprende que existan. Son una forma de recuperar una sociedad, de darle dignidad a los niños", explica Mintxo, que también considera la realización de BakeaSormena como un milagro, "tal vez el último ejemplo de este cambio de ciclo cultural en el que estamos, un cambio de régimen".
Como ha ocurrido en los diez encuentros anteriores del ciclo, quienes acudan hoy o mañana a Escoriaza Esquível podrán conocer la labor de la organización, al tiempo que se adentrarán en la propuesta diseñada por el creador inspirándose en la labor de Les enfants de Dieu.
En este sentido, Mintxo ha querido jugar con la idea de lo pequeño, de la miniatura, del trazo, de aquello que es minúsculo, pero es. El espacio es concedido como un circuito, como un camino conformado por partes de reducido tamaño, donde todo constituye una sola identidad y el sujeto es el grupo, el conjunto, como pasa con los niños y niñas que atiende la asociación en Ruanda. "Ellos son un canto a la vida y es la idea que me atrae" apunta el autor.
Y ese reclamo se traduce, según el propio Mintxo, en actitudes que son comunes a la obra preparada para la ocasión y que quiere transmitir a quienes acudan estas dos jornadas al ciclo: reciclar, recuperar, reaccionar, renacer, reparar, respetar, recrear... "Sin los otros, no vivimos. Por eso debemos ser sensibles con lo que y con quienes nos rodean y tener conciencia de grupo, como hacen estos niños para poder ir hacia adelante".
Todo ello se hace en un lugar nada habitual para la práctica artística que, además, desde el inicio de BakeaSormena ha ido sumando huellas. "Es un sitio reciclado, que es una idea que casa muy bien con lo que quiero hacer. Eso sí, lo que hagas aquí debes llevarlo a cabo desde el respeto al espacio, a sus paredes, a lo que transmite", ya que "él también tiene sus cosas para contar y hay que escuchar".
Mintxo lo sabe bien. Ha sido espectador de otras propuestas, aunque ahora le toca ser protagonista. Lo hace, además, convencido de querer trabajar con el público desde el optimismo, desde esa actitud a la vida que desarrollan los jóvenes de Les enfants de Dieu. "Sólo ver algunos vídeos en los que aparecen cantando es algo que emociona, que comunica", comenta.
Tras las citas de hoy y mañana, BakeaSormena empezará a mirar a su final. No será, eso sí, un punto final puesto que las nuevas tecnologías ya se encargarán de mantener presente la labor de un ciclo que arrancó con el inicio del pasado octubre, una propuesta singular en un espacio no menos curioso que los próximos 21 y 22 vivirá su decimosegunda entrega. Todavía quedan cosas por conocer y aprender. De momento, hoy y mañana el viaje es a Ruanda.