viToria. Pese a ser "burdos, groseros y antiestéticos", los realities, dice Conchi Medrano, no son el peor ejemplo para los adolescentes. "Modelos sociales como Urdangarin o gente importante que ha ganado mucho dinero robando por ser quien es son a la larga mucho más perjudiciales, calan más, aunque eso sea menos explícito que un acto sexual o una bronca", explica esta catedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación en la UPV.
Hace años participó en un estudio sobre la influencia de los realities. ¿A qué conclusiones llegaron?
Los adolescentes dijeron que veían más series de ficción y películas que reality shows, aunque a veces contestan para quedar bien. Dedujimos que lo que ven en los realities, por ejemplo, lo relacionado con la sexualidad sin amor, la violencia de género o la agresividad, influye más en los chavales que tienen menos relaciones sociales, que pasan más tiempo solos o que tienen familias más desestructuradas, pero eso no quiere decir que lo que ven en la tele lo lleven a su vida práctica.
¿Por qué les atraen estos espacios?
Hay un cierto deseo de ver este tipo de programas por lo que tienen de cotilleo. Como no se habla en las plazas, los niños no bajan a la calle, ni tienen tiempo libre para hacer corrillos, este tipo de programas sacia esa necesidad de cotilleo y de morbo que tiene el ser humano.
Hay chavales que idolatran a Rafa Mora, un 'musculitos' televisivo de escasa cultura y educación.
La adolescencia es una edad muy vulnerable, pero una familia normal es un modelo muchísimo más potente a largo plazo y que influye mucho más en la formación de la identidad que un programa de televisión, salvo que sea una persona con un contexto muy desfavorecido y entonces quiera imitar a alguien.
¿Qué opina de Gandia Shore?
Me parece absolutamente burdo, no ya desde el punto de vista ético y de valores, sino estético. Iría en contra del desarrollo cultural de la persona, la formación de la identidad, la sensibilidad... Me parece nefasto, pero felizmente la mayoría de los jóvenes ven ese tipo de programas con cierta distancia.
Sus protagonistas son tan exagerados que parecen de ficción.
Están tan alejados del tipo de educación que los chavales están recibiendo por parte de los centros escolares y de los modelos que tienen en las familias que no creo que lleguen a calar sobre ellos.
Broncas, gritos e insultos son una constante. Resulta paradójico que pixelen los cigarrillos y emitan esta violencia verbal. ¿No es más dañina que el propio tabaco?
Efectivamente. Los valores más interesantes se educan a largo plazo y ese tipo de broncas, de discusiones, son muchísimo más perjudiciales que beberse dos cervezas o fumarse un cigarrillo, que es algo muy puntual. De todos modos, el respeto, la discrepancia, saber resolver las cosas mediante el diálogo, no se puede aprender o desaprender por una escena.
En el primer capítulo uno de los protagonistas, en estado de embriaguez, orinó en la calle.
Gamberradas y este tipo de personajes siempre ha habido, pero son excepcionales. Me preocupa, pero me parece más grave la falta de respeto, la violencia en general, la violencia de género, no saber dialogar para resolver un problema, resolverlo a golpazos físicos...
En otra entrega dos concursantes practicaron sexo a un metro escaso de otro compañero.
La explicitación del sexo me parece mal, pero hay otras cosas que me parecen peor, como que alguien por contar su vida privada o la ajena cobre muchísimo dinero. Cuando un chaval ve que alguien gana en un minuto de gloria seis mil euros dice: ¿Para qué voy a estudiar y matarme a trabajar si no voy a ganar eso ni en medio año? La publicitación de la privacidad es una cosa gravísima que hacen las televisiones para conseguir audiencia y que puede echar por tierra todo lo que se trabaja en las instituciones educativas y las familias.
En este tipo de programas las personas -los hombres también, pero sobre todo las mujeres- son vistas como objetos sexuales.
Eso sí es problemático. Se debería enseñar a los adolescentes alfabetización mediática. Llevar a las aulas los realities y decodificarlos. ¿Aquí qué están intentando transmitir? ¿Cuál es el modelo de tratamiento que se hace hombre-mujer? ¿Por qué es tan vejatorio? Porque a veces que le digan vete a la mierda, hija de puta, no es lo peor. Eso está mal, pero mucho peores son determinados rasgos de relación que se pueden enseñar a leer.
¿Qué opinión le merecen los programas en los que una persona elige pareja entre varios pretendientes?
Desde el punto de vista educativo son nefastos, pero como no van a desaparecer, lo ideal sería que se utilizaran en determinadas asignaturas o en tutorías para hacer la crítica con los propios chavales. Es decir, educar a partir de la televisión basura.
La catedrática de Psicología Evolutiva y de la Educación en la UPV Conchi Medrano asegura que "la familia y los amigos influyen más que la televisión." Foto: Ainara García
"Programas como 'Gandia Shore' sacian la necesidad de cotilleo y morbo del ser humano"
"Cuando ven que uno en un minuto de gloria gana seis mil euros dicen: ¿Para qué estudiar?"