Vitoria. La historia del arte está llena de casos como éste: obras que aparecen en el lugar más inesperado y que no son valoradas hasta que alguien se da cuenta de que tienen algo que las hacen especiales. Es lo que le ha pasado a La Virgen Niña con San Joaquín y Santa Ana, un cuadro encontrado encima de la cama de una casa de Gasteiz y que el año pasado fue atribuido a Francisco de Goya.
La pieza sigue en manos privadas, pero sus dueños, que quieren mantener su anonimato, han firmado un convenio con la Diputación por el que la obra se va a mostrar durante un año en el Museo de Bellas Artes de Álava. El cuadro corresponde a la etapa de juventud del creador de Fuendetodos, antes de que cumpliese los 30 y de trasladarse a Madrid. Su similitud con el trabajo que el artista estaba realizando en 1774 en el conjunto de pinturas murales del Aula Dei de Zaragoza, hace pensar que en torno a esta fecha es cuando la pieza fue llevada a cabo, una producción de carácter neoclásico hecha por encargo.
De todas formas, su existencia era desconocida y nada se sabe del cuadro desde que fue realizado hasta hace, más o menos, medio siglo. Fue entonces, cuando un hombre de la capital alavesa compró la obra, con otros muchos elementos, en una tienda de muebles para decorar la casa en la que iba a vivir tras casarse. Y ahí estuvo la pieza durante unos 50 años, situada sobre la cama del matrimonio, aunque cuando la familia se cansaba de ella la trasladaba al camarote por unos meses y lo sustituía por otra obra.
Hace unos años, sin embargo, su dueño se puso en contacto con el Museo de Arte Sacro de Álava porque quería una valoración de una talla que también tenía en casa. El espacio, como suele hacer en estos casos, se puso en contacto con Fernando Tabar Anitua, de la Universidad Complutense, para realizar la correspondiente visita. Cuando la misma había terminado, el experto preguntó por si había alguna otra pieza en el inmueble que le pudieran empezar y ahí apareció el Goya. "Al principio no les dije nada. Me marché, pero estaba seguro de lo que había visto", explicó ayer el catedrático. Pero al final volvió.
Tras hacer los estudios y comprobaciones correspondientes y después de la perceptiva restauración realizada por Pilar Bustinduy, de la Universidad del País Vasco, el año pasado se publicó en la revista ARS Magazine un artículo de Tabar en el que se anunciaba el descubrimiento de este nuevo Goya, una atribución avalada, además, por el Museo del Prado.
La virgen en el momento de la anunciación acompañada por sus padres es el motivo de una pieza que, más allá de una intervención poco afortunada por parte de su actual propietario, se encontró en bastantes buenas condiciones.
Ahora, el cuadro, de pequeñas dimensiones, permanecerá durante un año en el Bellas Artes de Álava de la mano de un convenio que puede ser prorrogado, según explicó la diputada de Cultura, Iciar Lamarain. Está expuesto en el mismo espacio donde la pinacoteca ha organizado otros ciclos especiales como el de Personajes de Álava.
Eso sí, no es ésta la primera vez que el Bellas Artes vive una situación curiosa con el pintor aragonés de por medio. Hace un par de años, el centro también expuso una pintura muy poco conocida, un autorretrato de un Goya enfermo al que su médico, el doctor Arrieta, administra una medicina. La obra pertenece también a otra familia gasteiztarra, que acudió a Tabar puesto que existe otro cuadro igual en Estados Unidos.