La expresión part des anges, común al proceso de fabricación del cognac y también aplicable al whisky, hace referencia a la pequeña cantidad de licor que se evapora durante los años de su envejecimiento. Dicha expresión da título a este filme de Ken Loach. Y lo hace con doble pertinencia toda vez que su acción acontece en el mundo de las destilerías y la especulación. Allí pergeñan Loach y su guionista Laverty la primera comedia producida por ambos. Y en efecto, Loach y Laverty idean una suerte de rufufú escocés con una pandilla de jóvenes lelos, utilizados como denuncia del desempleo que corroe al imperio de su majestad.
Llevan tanto tiempo juntos Loach y Laverty, tantos años repitiendo el mismo proceso, que aunque ahora se sirvan del ¿humor? prevalecen obsesivos, férreos y presentes sus viejos colmillos con los que, de vez en cuando, desgarran las apariencias de un estado de derecho que obtiene sus objetivos por caminos (re)torcidos. Loach, conmovido por la enorme cantidad de gente joven sin futuro, ni trabajo, ni educación, esboza un corte de mangas contradictorio. Con la brújula de la izquierda muy alterada, a Loach le ocurre algo parecido a lo que acontece con Garci. No sabe qué contar ni para qué.
Por eso se equivocan quienes creen que el cine de Garci es malo porque se mueve en los meandros de Ferranz y le da cameos al ministro Gallardón. Si su cine no funciona es por rancio. Con Loach pasa algo de eso. Sus películas se manchan con la demagogia y el panfleto, porque su discurso político ha perdido el rigor, la precisión e incluso su razón de ser. En este filme que sólo puede verse como una humorada, hay menos gracia que en media secuencia de cualquier película de Frank Oz. Y lo que es peor, hay menos capacidad de conmover y transgredir que en uno sólo de los capítulos televisivos de los Monty Phyton. Duele ver que este abanderado del realismo europeo se esté ahogando con argumentos relamidos y blandos. Da igual que Loach vierta los estilemas de aquel cine cuya visión ponía en jaque a la reina de Inglaterra y sacaba los colores al servicio de inteligencia. Ahora todo es puré agrisado. Es como si esos ángeles del título se hubieran bebido toda la esencia de la cuba del viejo Loach y éste se hubiera quedado seco.
Dirección: Ken Loach. Guion: Paul Laverty. Intérpretes: Paul Brannigan, John Henshaw, Gary Maitland, Jasmin Riggins, William Ruane, Roger Allam y Siobhan Reilly. Nacionalidad: Reino Unido, Francia, Bélgica e Italia. 2012. Duración: 101 minutos.