CONTRA viento y marea, Inmersiones -única actividad pensada para apoyar el arte emergente en el País Vasco que ha sobrevivido al actual debacle de la cultura- arrancó ayer. Recapitulemos: Inmersiones fue producto del Proyecto Amarika, modelo de gestión asamblearia de la sala Amárica al que Diputación, el año pasado, renunció apoyar para sumergir a la emblemática sala en el pozo del olvido. Desaparecido Amarika, Inmersiones intentó desarrollarse bajo el paraguas de Gauekoak, proyecto gestionado también de manera colectiva y financiado por el Consistorio. Pero, enterrado también Gauekoak, Inmersiones tenía un futuro poco halagüeño. Buscando apoyos del Gobierno Vasco y de la Fundación 2012, finalmente un grupo motor independiente ha puesto en marcha la edición de este año, ya la quinta. Y a través de una convocatoria abierta se han seleccionado 46 artistas para realizar con ellos tres actividades destinadas a dar a conocer su trabajo, crear redes de complicidad, compartir información… Por problemas de espacio, me centro en explicar la primera de ellas: Hospitalarios. Hospitalarios tiene forma de ciclo de presentaciones de trabajos que se vuelcan en el espacio independiente Zuloa. Ayer pudimos conocer el trabajo de dos fotoperiodistas: Ander Gillenea y Josune Martínez de Albeniz. El tándem ha retratado durante años los resultados más amargos del conflicto vasco. Hoy mismo podemos sumergirnos en Tina, un proyecto del artista Peio Izcue. Y durante las siguientes semanas, jueves y viernes, podremos visitar Zuloa para contactar con cuatro artistas más: Gregorio Sánchez, Juan Pablo Orduñez (Mawatres), Juan Ibarrondo&Marta Gil y Ainhoa Ortells. Pero, ¿en qué consiste Hospitalarios? La sala se convierte toda una jornada en un remedo de residencia temporal de un artista. Durante ese tiempo, el creador recibe al visitante y lo atiende explicándole de manera cercana, divulgativa, todo aquello que quiera transmitirle en relación con su proyecto. Se persigue, por tanto, que el espacio entre creador y ciudadano se minimice, se difumine hasta perderse, posibilitando la creación de un lugar y un tiempo común compartido. Hablamos de crear un espacio 'hospitalario' en el que los creadores se nos presentan como anfitriones y los ciudadanos como huéspedes temporales. Por otra parte, los miembros del grupo motor Inmersiones han contactado con diversos agentes culturales del País Vasco para acercarles a Zuloa y que participen, como visitantes con criterio, en la actividad. Pues hay que recordar que el principal objetivo de Inmersiones es propiciar la necesaria 'inmersión' de las gestorías públicas y del ciudadano en el entramado de las prácticas contemporáneas que están 'bajo la superficie'. Mostrar, en definitiva, esos necesarios procesos de arte y cultura próximos, aún 'sumergidos'.
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