La trayectoria de Tony Kaye merece el esfuerzo de una reflexión. Bastaría con cruzar dos retratos suyos, uno de hace unos meses y otro de hace unos años, para comprobar que Kaye coquetea con la esquizofrenia. Más radical que sus transformaciones físicas, y éstas son extremas, resultan sus altibajos emocionales. Sea cual sea el momento en el que paremos su historia, nos encontraremos conque Kaye siempre se adentra en el territorio de la extravagancia, siempre regatea lo convencional y siempre aparece empeñado en sacudir la peor de las lacras de la humanidad: su inclinación a ceder a la tentación del totalitarismo.

Para la mayoría Tony Kaye es solo el director de American History X, película de culto rodada en 1998, fecha desde la que Kaye, dirían, no ha hecho nada. Ese nada no es cierto. Este legionario del llamado Brit-art, compañero de Damien Hirst, publicista de éxitos millonarios, amigo de actores estrella y siempre inclinado a arruinar todo aquello que toca y a todo aquel que se le acerca, no ha parado de trabajar. Ahora con El profesor, sigue los pasos de un fugitivo sin rumbo, un profesor encargado de ocupar las plazas que el agotamiento, la enfermedad o la huida de los titulares que lidian en los institutos de enseñanza secundaria ponen a su alcance. A medio camino entre el visitante angelical del Pasolini de Teorema, y el Shane de Raíces profundas, el profesor que encarna Adrien Brody se pasea por el filme como un ángel atormentado. Un penitente que llora con desconsuelo y sin aspavientos. Un hombre herido rodeado por la inmundicia y el derrumbe moral. Dentro de su estómago, enroscada, anida la serpiente de una rabia reprimida. El recuerdo de una madre muerta le atormenta, la provecta (des)memoria de un abuelo turbio le fustiga. De modo que los alumnos y su ira se constituye en un antídoto para amansar la fiera que lleva dentro. Estamos ante un terrible cuadro en las antípodas de poetas muertos y maestras rockeras. Aquí hay histeria, pánico, dolor y la sombra de Hitler agazapada si ese ejército en desbandada que representa el estamento educativo se viene abajo. Los padres ya no cuentan. Y eso que el propio Kaye es el progenitor real de la joven adolescente con sobrepeso y angustia que tiñe de luto su película.

Dirección: Tony Kaye. Guion: Carl Lund. Intérpretes: Adrien Brody, Marcia Gay Harden, Christina Hendricks, Bryan Cranston, William Petersen, Tim Blake Nelson y Betty Kaye. Nacionalidad: EEUU. 2012. Duración: 100 minutos.