Hablaba la semana pasada de que siendo la cultura una de las principales víctimas mortales de esta crisis, los artistas no sólo tienen que pensar en realizar su trabajo sino también deben luchar para que el canal que permite producir, difundir, mostrar sus propuestas siga vivo. Cuestión que no implica el abandono de la crítica activa hacia las estructuras culturales creadas, pues se puede -y se debe- ser muy crítico con los museos, centros culturales, instituciones? espoleándoles para que trabajen en pro de la cultura y la sociedad, pero -hay un pero importante- siendo sumamente cuidadoso para no aportar argumentos que puedan ser usados por algunos gerifaltes para menoscabar proyectos, programas, culturales. En ese sentido es lamentable ver cómo han desaparecido espacios, herramientas, sin que los agentes culturales levantasen la voz ni movieran un solo dedo.
No podemos olvidar que si estamos sufriendo los duros efectos de esta crisis es precisamente por la falta de saber, de conocimiento, de cultura en nuestra sociedad. El mundo hoy en día es muy complejo, abstruso, nadie entiende nada, la mayoría no sabemos qué está sucediendo. Pero las respuestas, las claves, las tenemos en las en las bibliotecas, mediatecas, museos, universidades. Tenemos que ser cultos y saltar por encima de nuestra mediocridad intelectual. Tenemos que saber para solucionar. Es curioso que el número de horas de visionado de televisión haya aumentado estos últimos años en nuestro país: cuatro y media al día por ciudadano. Lo que significa que la sociedad está optando por el escapismo. No estamos cogiendo el toro por los cuernos, lo que hacemos es huir de él. Los ciudadanos tenemos también nuestra responsabilidad para con la cultura. Los que manejan el cotarro nos están vendiendo que ésta es algo superfluo, suprimible. Nos quieren tontos, incultos y manipulables, queda claro. Todos sabemos que las subidas de impuestos, los recorte, se destinan a pagar una deuda ilegítima contraída con la banca alemana. Esa es la realidad. Así de simple. Por eso hay que defender con uñas y dientes ese estado de bienestar del que tan orgullosos hemos estado. Defender los tres pilares del mundo desarrollado: sanidad, educación y cultura. Sin esos tres pilares, sólo somos bárbaros.
El martes estuve en la inauguración del nuevo espacio que ocupa la biblioteca ecologista de la asociación Gaia, biblioteca que es la más completa del Estado y que hace unos meses estaba abocada al cierre tras la retirada de ayudas del Consistorio. Gracias a la pelea, lucha, defensa del ecologista radical e incombustible Cibeles esto no ha sucedido. Y así el anaquel ecologista ha mejorado en instalaciones. Eso sí: sin la posibilidad de poder contratar a una persona para que pueda atender a los lectores durante todo el día. Pero tiempo al tiempo. Lo que sí ha demostrado Cibeles es que hay que luchar, pelear para que los espacios culturales no desaparezcan.