EL tiempo viaja hacia adelante. El recuerdo, inevitable, hacia atrás. Pueden reunirse, de vez en cuando, como sucedió hace unos meses en otro lugar que escoge dirección, una escalinata. La de un seminario que camina su futuro y esconde un pasado infinito, el que se cuenta hoy, en un documental de GAN (Grupo Álava Nuestra Tierra), en el Aula Fundación Caja Vital.

Venía Luis Mari Iriarte de devolver un libro, Herriz herri, en la biblioteca del Seminario, y en la citada escalinata del hall lanzó un comentario casual sobre la belleza del espacio. "¿No lo conocéis?", comentó alguien entonces. Era Luis Mari Goikoetxea, a la sazón rector, que ejerció de cicerone para el tocayo y sus acompañantes. "¿Y no le han hecho nunca un documental?", comentó Iriarte. La escalinata miraba hacia arriba. Había nacido algo.

Meses después, ese algo es un completo trabajo de 53 minutos cuya voz en off corre a cargo, precisamente, del rector, a su vez uno de los entrevistados en este documental que recorre la historia, el desarrollo y la actualidad -la vida diaria de un seminarista- de un espacio tan patente en la ciudad como desconocido, acercando hasta una realidad con la que generaciones anteriores tuvieron más contacto que la actual, pero que a su vez -a nivel interno- no es paisaje habitual. "Siempre habíamos pasado ante él, o habíamos ido a jugar a frontón de pequeños, pero no conocíamos sus tripas", recuerda el realizador, José Ramón Aguirrezabal, que junto a Iriarte, impulsor de la idea; Yago Mateo, en labores de fotografía; y José Gómez de Segura, autor del guión histórico y documental; componen el cuarteto que gestó durante varios meses un audiovisual que desvela esas entrañas, inspirado en parte por el libro Historia del Seminario, de Andrés Ibáñez.

Una historia que no comienza en el edificio actual, sino que se remonta a un personaje, Ambrosio de Aguirre, indiano retornado de las americas, que promueve con su fortuna la institución en el palacio Escoriaza Esquível. Desbordado, pasa a una vecina construcción anexa, rebautizándose de Seminario Aguirre a Seminario Conciliar, y, de nuevo repleto de vocaciones -otros tiempos-, salta hasta su ubicación actual, donde se llegaron a contar hasta 900 seminaristas.

Los actuales, sin embargo, se pueden contar con los dedos de una mano en el hoy desertificado e inmenso espacio, erigido en 1930 en los cascajos de San Martín, asumiendo una labor que antes desarrollaban sus homólogos de Pamplona, Santander, Burgos y Calahorra. Pedro Asúa, seminarista, se encargó de su arquitectura.

Todos estos pormenores biográficos van narrándose en el documental, alternados con entrevistas en las que rector, organista y sacerdotes "dan testimonio de cosas en las que están empapados", apunta Iriarte, y lo hacen en los pasillos y dependencias de un espacio donde es difícil escoger un rincón predilecto. Tanto Luis Mari como José Ramón optan por la citada escalinata que ejerce de anfitriona, pero bien podrían haber escogido el aula magna, la rectoría, la fachada principal o las hoy vacías habitaciones. "Al rodar, las veías vacías, pero sabías que allí ha habido una vida intensa", recuerda José Ramón.

Los espacios -una animación desvela la formación en parrilla del edificio-, las voces de sus moradores -ocho entrevistas- y los pasajes históricos -acompañados de fotografías- componen el corpus documental de la historia del edificio, que costó -agárrense los machos- siete millones de pesetas, aportadas por Augusti desde la herencia dejada por su mujer, Elvira Zulueta.

A lo largo del documental se podrán descubrir anécdotas y detalles como estos, que completarán la imagen de un edificio que fue parte motora de la ciudad y descansa ahora tras sus muros como un desconocido, dueño de una biblioteca con miles de volúmenes, anfitrión de la UNED, del Tribunal de Cuentas o de diversas dependencias forales. Quince obispos se han sucedido en su historia... El impulsor del milagro Mondragón, el padre Arizmendiarrieta, se formó en sus dependencias... Claves fueron sus Misiones Diocesanas... Impresionantes son sus omnipresentes azulejos... Fue hospital de guerra.... Quiso albergar en una de sus torres un observatorio astrológico... "En realidad, el Seminario fue muy ambicioso, logró muchas cosas", recuerdan Iriarte y Aguirrezabal, embarcados ahora en otro proyecto audiovisual, sobre Jesús Obrero.

Pero antes, esta misma tarde a las 20.00 y con entrada libre, Dendaraba se convierte en reflejo de la historia de la ciudad, del Seminario, con un recuerdo que, en la pantalla, viajará esta vez hacia adelante.