¿El rock está en extinción o les gustaría ponerlo en extinción?
Creo que el rock and roll nunca ha estado en primera plana, y eso es algo que sólo pasa en España. En México, pones una radio y oyes todo tipo de música; en Argentina, la radio más potente es Rock&Pop, donde suenan mil estilos. Lo que sucede aquí, en las radios, es inaudito, en el sentido de que el rock está como apartado de los medios. Pero, en cuanto a público, se demuestra que no: mira lo de Extremoduro el otro día en Barcelona, o lo de Marea, o Fito... Eso demuestra que el público sí demanda rock y compra entradas de rock. Esto es como La 2, cuando se anunciaba como el canal de la inmensa minoría; pues igual, el rock and roll es para un inmensa minoría.
Y Rulo, ¿se siente como una especie en extinción?
Sí, pero no por mi figura de cantante o de compositor sino por la de soñador. Creo que ahora los soñadores no se llevan, pero son más necesarios que nunca. De ahí el título, que más que derrotista es ilusionante y reivindicativo. Hace unos años todo era, y yo me atizo a mí el primero, muy materialista; lo importante no era si estabas feliz en tu curro sino cuántos coches tenías o dónde veraneabas... Y parecía que ser soñador estaba mal visto. Pero ahora, como digo, es más necesario que nunca, ya que dentro de ese rollo de soñadores no meto solo a los músicos, también meto a mi padre, que es fontanero. Aunque sí es verdad que los músicos hemos sido un poco majaras por dedicarnos a la música, ya que ésta te da mucho pero también te quita bastante.
¿Nos encontramos en este disco ante el Rulo más libre y 'desvergonzado'?
Sí. Yo antes decía que no tenía prejuicios y sí los tenía. (Enseña las canas) Y además llevo ya muchos discos. Puedo decir que he sufrido dos puntos de inflexión. El primero, siguiendo las corazonadas hice Señales de humo, me dejé llevar y funcionó... Funcionó en el sentido de que al público le gusto. El segundo punto de inflexión fue que Iñigo (Argomániz, su mánager) me propuso componer para otros músicos, y eso me abrió mucho. Ahora, pienso que si se me va un poco la olla, le doy la canción a otro. Esto ha provocado que me salieran canciones como El Vals del adiós, que no hubieran nacido sin ese punto de desinhibición y si no tuviera 33 años y no 16, que eran los que tenía cuando compuse Por verte sonreír. Llevaba años intentando hacer una canción para cerrar los bolos, y cuando di con ella, me pregunté a quién coño le iba a pasar eso, y me la quedé para mí. En resumen, si me preguntas ahora si, al final, he compuesto para otros, te diré que no, porque si es buena me la he quedado para mí y, si es mediocre, no se la voy a dar a nadie.
¿Cómo vive las comparaciones que hacen sus seguidores entre 'Señales de humo' y 'Especies en extinción'?
No es posible. La propia banda es otra y la comparación sólo será posible dentro de un año porque la gente se tiene que enamorar con estas canciones, tiene que follar con ellas, hacerlas suyas...