Casi ni me acuerdo de la última vez que Marea tocó en Vitoria...

Yo sí. Fue en la gira de 28.000 puñaladas, creo que en 2004 en Mendizorroza. Me acuerdo como si fuera ahora. Ha pasado mucho tiempo, es cierto, pero es que cuando íbamos a regresar en 2008 lo tuvimos que suspender por una desgracia y ya sabes cómo van estas cosas. Para cuando podíamos repetir esa actuación la gira ya se había acabado. Nos dio mucha pena, pero tomamos conciencia de que teníamos que regresar a Vitoria y así va a ser el próximo sábado.

Están ya en la recta final de la gira de 'En mi hambre mando yo'. De hecho, es salir de Gasteiz y viajar a Uruguay, Argentina, Estados Unidos, México, Inglaterra y vuelta a Valencia para cerrar el camino el 22 de diciembre.

Bueno, en realidad lo de Valencia no es propiamente una fecha de este tour, es una celebración de los 15 años de Marea. Queremos que sea más una fiesta que un concierto, algo para nosotros y teníamos el compromiso de hacerlo allí. En cuanto a la gira americana, va a ser la cuarta ya en toda nuestra trayectoria y la verdad es que lo tomamos muy tranquilos. Nosotros sabemos dormir en cualquier cacharro que se mueve a motor, así que el descanso está asegurado. De hecho, los viajes los tomamos a veces como una bendición porque son horas de descansar. El tour por allí no va a ser una paliza sino un placer, como otros tantos que le debemos al rock and roll. Él nos ha dado mucho más que nosotros a él. Con él nos hemos comprometido de por vida y esperamos tener tiempo para equilibrar lo que le podemos dar con lo que él nos aporta.

Hace 15 años eran cinco chicos con mucho camino por delante. Hoy, esos cinco hombres, ¿cómo miran a lo que hacen y a lo que han conseguido en este tiempo?

De la misma manera, por eso seguimos. Sí, vemos en el espejo que cada vez hay más viejera (risas), pero en realidad la mentalidad es la misma. Por eso salimos a currar e incluso hacemos discos. Si fuéramos personas diferentes no podríamos ni siquiera llamarnos Marea, ni seguir estando juntos. Somos los mismos siempre, con nuestros defectos, nuestras virtudes, nuestras rarezas... Claro que pasa la vida y eso se nota también en la música, pero en general nuestra relación sigue siendo la misma, basada en el respeto y en el cariño. Poniendo siempre como prioridad lo personal es más fácil llevar lo profesional porque nunca hay dudas al respecto. La gira americana o el concierto de Vitoria se hacen porque todo el mundo está bien. En otro grupo, se lesiona alguien y se le sustituye. Aquí no.

Cuando empezaron, todo esto de las redes sociales casi ni existía. Cuando lanzaron su último disco, sus cuentas en Facebook y Twitter estaban a punto de explotar. Es una revolución que ustedes han vivido en primera persona.

Los grandes medios de comunicación nunca dan espacio a las bandas de rock. No existe una cobertura mediática sobre lo que es el rock en este país. Todo lo contrario, se pisotea, se guarda en el armario como a los trastos viejos, se aparta hacia el lado más underground y se intenta censurar. En paralelo a eso están las redes sociales, que permiten una comunicación personal con tus fans de manera inmediata, mandarles toda la información para que la reciban en su casa con todas las comodidades. A partir de ahí, cada uno elige. Es una pasada. Los rockeros estamos todos comunicados. Y no sólo los de un país, sino los de todo el mundo. Es un adelanto tremendo que, creo, los grupos de rock deberíamos agradecer. Nos ha facilitado mucho la vida incluso sin quererlo puesto que seguro que detrás hay negocios turbios y está la avaricia de los seres humanos, pero bueno.

Facilita además que uno salga de gira a ciertos lugares más lejanos y se encuentre con todo vendido.

Pues mira, nunca habíamos ido a Colombia y la primera vez que lo hicimos nos encontramos con todas las entradas agotadas para un concierto en Bogotá y eso que el disco había salido allí el mismo mes que íbamos a tocar. Eso es increíble y nunca se podría haber dado si la gente no hubiera tenido acceso a nuestra música por otras vías que son las que existen ahora.

Por cierto, ¿qué diferencia hay, si es que existe, entre el seguidor de primera fila de Bogotá y el de, por ejemplo, Berriozar?

En general, la pasión. Nuestro público español es espectacular, pero sí es cierto que la gente de Latinoamérica se parece más a los espectadores que había aquí en los 80. Ahora mismo, el de este lado del Atlántico es un público más sedentario, que van a disfrutar y se lo pasan bien pero sin esa pasión de allí que parece desbocada con todo el mundo cantando, bailando de cualquier forma... a veces parecen hinchadas de fútbol. En los 80, aquí la música se vivía así.

Después del concierto en Valencia en diciembre, ¿habrá tiempo para el descanso? ¿se plantea, en su caso concreto, recuperar a Calaña?

No hay nada planteado. Digamos que cada cosa tiene su vida y que cada proyecto anda en base a la creatividad, a las ganas y al momento en que se dan las circunstancias para decir cosas o no. La anterior gira de Calaña fue muy extensa y agotadora en muchos sentidos. Decidimos darnos un parón. Con Calaña está muy bien hecho todo lo que se ha realizado hasta ahora y cuando vuelva a haber cosas para decir, seguro que nos juntaremos, pero por ahora no hay ningún proyecto en la cabeza. Todas las pausas que da Marea son muy buenas para el grupo y para cada uno de sus miembros porque te enriqueces con la experiencia de tocar con otras bandas. Encuentras otras perspectivas, otras maneras de hacer las cosas. Eso te renueva la cabeza para enfrentarte a un nuevo disco de Marea. Después de seis álbumes es todavía más necesario contar con savia nueva, incluso aunque al final hagas lo mismo, es igual. El enriquecimiento que conlleva la música si te rodeas de todo tipo de maneras de hacer las cosas es fundamental para llevar un proyecto como éste con la ilusión y con las ganas de siempre.

De todas formas, es curioso que con lo mal que es tratado el rock estatal, como decía antes, un grupo como Marea, tras 15 años de trayectoria, no pare de crecer en ventas, popularidad y seguidores. ¿Dónde está el truco?

Está en que, pese a que los medios de comunicación ningunean esta música, hay mucho público rockero que no está dispuesto a ser censurado. Hay un importante porcentaje de la población que piensa por sí misma, que tiene muchas cosas que decir, y que tiene una actitud rockera. Es gente que da miedo, que no interesa y por eso se intenta apartar. La clave es ésa, que la gente ha decidido por sí misma que nosotros seamos un grupo grande y ya está. No hay más. Habrá muchas bandas que hagan tanto o más esfuerzo que nosotros pero la gente elige lo que quiere ver. No sabemos la razón por la que nos ha escogido a nosotros, si es por la música, la actitud, los conciertos... pero algo hay.

Por cierto, en su faceta de público, ¿es de los de primera fila o ya de los atrás, en la barra?

Mira, acabo de estar en el festival En Vivo para ver a El Drogas y Extremoduro y, hay testigos de ello, ahí estuve en medio de todo el follón (risas). Sólo entré en la zona VIP porque me dieron una acreditación y necesitaba comer un pintxo de tortilla y no encontraba una barra fuera. Pero por lo demás, dándolo todo, de barro hasta la rodilla, como el resto de la gente. De hecho, los pantalones han tenido que ir a la basura.

Y si el hijo pequeño que tiene le sale músico o fan del rock and roll...

Yo no le diría nada. Si no le diese vergüenza, me iría con él de concierto. Nuestro trato es ser primero amigos y creo que lo he conseguido. Claro que sabe que soy su papá pero también tiene claro que el rollo que hay conmigo es especial. Y lo aprovecha. Sale lo último de Extremoduro y en nada se sabe todas las canciones. Ahora le ha dado por Los Suaves y eso que en su día se los puse y no le hicieron gracia. Supongo que el día de mañana le dará vergüenza salir conmigo porque daré pena cuando él tenga edad para ir de festivales, pero cómo no, vamos, me haría mucha ilusión acompañarle. De todas formas, si no sale rockero, tampoco pasa nada. Le apoyaré en lo que él quiera. Lo que sí tengo claro es que ahora me toca pelear y mucho para que tenga cultura y todas las oportunidades posibles.

Lo que pasa es que eso, en estos momentos de crisis, parece complicado ¿no?

Sí. A los chavales les estamos dejando un país de asco. Van a tener que pagar con todo su sudor y su esfuerzo las indemnizaciones millonarias que nosotros estamos firmando ahora con Europa para que cobren una buena jubilación todos los que nos han estado robando desde siempre, es decir, los bancos y demás. Es algo increíble el país que les vamos a dejar. Hemos perdido derechos laborales, sindicales... estamos perdiendo todo por lo que nuestros antepasados lucharon. Hasta que esté vivo, yo trataré de darle a mi hijo todas las oportunidades que pueda puesto que así, en el futuro, tendrá capacidad de elección. Por eso es tan importante que todo el mundo salga ahora a la calle y reivindique que no se joda lo que ha costado tanto tiempo construir para que todo el mundo tenga las mismas oportunidades, independientemente del dinero que tenga en el bolsillo. Es muy triste cómo está la cosa, la verdad.

Sorprende que en situaciones de crisis anteriores, movimientos como el rock o el punk fueron catalizadores de reacciones ante lo que estaba sucediendo y, sin embargo, ahora no hay ningún estilo musical o forma de expresión que conecte con la gente.

Puede que haya una desconexión pero es resultado del acoso cultural que se ha producido. Antes los grupos salían de las calles. Después de las universidades, y ahí ya se empezó a romper la relación con los problemas a pie de calle. Ahora es que es terrible. Las generaciones actuales han crecido con Operación triunfo, con artistas creados a la carta, que son políticamente correctos y, por lo tanto, no contestatarios. Al mismo tiempo se ha arrinconado a los intelectuales que meten el dedo en la llaga, ya lo hagan desde el rock, la literatura o lo que quieras. Se ha creado un entorno de borreguismo absoluto para que la gente no tenga ni cultura ni memoria. De ahí viene esa desconexión con la sociedad. Pero es algo premeditado que se produjo con el Gobierno de Aznar. Vivimos en un país estéril donde se sale a protestar con cazuelas y te dicen que haces demasiado ruido, donde la gente sale a la calle a quejares como antes y le quieren aplicar la ley antiterrorista. Va a costar mucho recuperar esa unión con la gente joven. Mira, me ha gustado mucho el vídeo nuevo de Loquillo porque, siendo muy irónico, refleja bastante bien lo que estamos hablando, es decir: lo que está sucediendo se parece bastante a lo de antes pero como yo ya lo viví, no me vais a quitar la sonrisa.

Ante estas situaciones, no es que Marea sea un grupo que se oculte ni se calle.

Para nada. El propio título de nuestro último disco, En mi hambre mando yo, viene a decir esto mismo, que nos podéis quitar todo, que nos podéis dejar en pelotas, vale, de acuerdo, que nos vais a hipotecar nuestro futuro y el de nuestros hijos, que en Sanidad vais a procurar que nos muramos pronto, que la educación sólo va a ser para unos y no para todos... bien, pero encima no cojamos sus limosnas, mantengamos la dignidad. Es lo único que no nos pueden quitar. Es lo mismo que canta el Loco: me lo vas a poder quitar todo, pero la sonrisa de la cara, no. Me parece un alegato muy en sintonía de nuestro disco y es algo que me gusta.