EL negocio de la televisión en el estado es cuestión de dos que se reparten y disputan el pastel publicitario, disminuyente en los últimos cuatro años, pero goloso todavía en sus cifras absolutas que convierten a Mediaset y el Grupo Planeta en beneficiarios de ristra de millones que alegran los alicaídos caretos de los accionistas de ambas sociedades. Las cadenas de Vasile y Carlotti-Bardají están enfrascados en una dura pugna por hacerse con el santo y seña de las producciones musicales en los prime time de la noche. En los orígenes de la televisión los programas musicales tenían alta consideración en la estima de los programadores, que posteriormente los relegaron y en la actualidad buscan huecos en las parrillas para triunfar con audiencias millonarias. Las actuaciones en directo o en playback llenan las historias de la tele y la música era el componente básico de los programas de entretenimiento. Hoy la industria discográfica pasa por un período de adaptación ante la avalancha y poderío de los soportes digitales. Operación Triunfo marcó un período de inflexión y a partir de ese momento A3 y T5 ofertan espacios en los que la música ocupa minutaje central. De nuevo, la música ama la tele y ésta ama a la música y ejemplos como La voz, Tu cara me suena o Qué tiempo tan feliz marcan pautas en la oferta de productos y las audiencias corresponden a estas ofertas. De momento, los de Planeta se llevan la palma del éxito pero ojo a la tropa de Manel Fuentes que ha mejorado y pulido el programa de famosos cantando éxitos de famosos en un ejercicio de travestismo y acierto imitador que le granjeará millones de espectadores. Dos fórmulas, dos estilos, dos dinámicas de hacer de la música pedestal del éxito. Lo de María Teresa Campos es punto y aparte, un increíble mix entre Elena Francis y Lauren Postigo.
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