Vitoria. Aunque el tranvía lo recorra y en algunos bares ya reine el pintxo-pote, Abetxuko es otro mundo. Una isla necesaria que se resiste al peso de lo urbano. Calles silenciosas, vida de parque y de silla a la puerta de casa, paisaje de otro tiempo... Pasearla relaja, adormece, casi acuna los sentidos...

Más allá de tilos y nogales, cuando la calle del Cristo pierde sus clavos, empieza Abetxuko Viejo. Y una casa recibe en su primer piso con una pancarta trilingüe y un nombre, KunArte, que ya ha empezado a sonar. "En esta casita se cuentan historias", cuenta Pilar López a una decena de txikis que estiran el cuello para abarcar la fachada. La aventura ya ha comenzado.

Teatro Paraíso tiene un proyecto. Se llama así, KunArte, y reconvierte su sede en un espacio donde los niños de 0 a 6 años son los protagonistas. Donde la creatividad es la llave. Con ella han comenzado unas jornadas de puertas abiertas con las que la compañía está empezando a difundir su proyecto entre padres que buscan otros espacios de expresión para sus pequeños. Unas jornadas que se han ampliado -el boca a boca ha funcionado- y todavía posibilitan conocer esta singular casa de primera mano.

Pilar López invita a niños y padres a entrar en la gran estancia de la planta baja. Bajo una sábana, los perfiles de una casa. Los txikis recorren la sábana con sus manos, sacan sonido de sus paredes con sus nudillos, soplan sobre ella y la sábana cae. La casa está hecha de tres cajas. Las bocas, abiertas. La imaginación, a pleno rendimiento.

Es el espacio donde se desarrollará desde noviembre el proyecto Ikusi Makusi, donde a través de piezas escénicas y musicales "un artista viene y nos invita a experimentar", explica Pilar. "Pero cuando la función se acaba va a seguir la aventura". Está a unos cuantos escalones, en el primer piso. Un txiki reacio a sentarse en la platea de la planta baja, de repente pierde la vergüenza y se une al círculo que forman aitas y txikis. La magia parece seguir dando sus frutos.

El cromlech humano escucha a Pilar. La tranquilidad se sigue contagiando. El grupo está conociendo Tallearte, otro espacio de creación y encuentro para la estimulación de los futuros habitantes de KunArte. Porque es un espacio con llaves, pero la clave llegará con su puesta en marcha, "llenándose de las experiencia de los niños y niñas de 3 a 6 años". Un bebé comienza a gatear hacia las palabras de Pilar, sonriente y capaz de despertar, a la par, las sonrisas del grupo. "Cuando están moviéndose, están realmente iniciando la danza".

Las explicaciones de la visita acaban y los pequeños corren a los sofás, a los cubos de cartón -construyen, destruyen-, a las pequeñas mesas que pronto comenzarán a dibujar sus sensaciones. Algunos padres también enfilan otro camino, el que les lleva a formalizar las primeras inscripciones, dejándose mecer por el ritmo de KunArte, de Abetxuko, de la tarde.

Con ayuda de Gobierno Vasco y de la Unión Europea echa a andar este nuevo proyecto de Paraíso. No gatea, no, gracias a la experiencia de una compañía curtida en estas lides. Curtida como las calles de Abetxuko, donde cae el sol con placidez, acunando a un barrio adicto al mecer del tiempo bien entendido.