vitoria. El pequeño rockero vizcaíno actuará en el Principal el 1 de diciembre (30 euros en el anfiteatro segundo, 40 en el anfiteatro primero y 50 en platea), con sus Fitipaldis: Carlos Raya, Javier Alzola, Joserra Senperena, Daniel Griffin y Alejandro Boli Climent.

Ya era hora ¿no?

(Risas). Me llaman vago, pero es envidia (más risas). Sí tenía ganas de volver, pero ha llegado el momento adecuado ya que, al no tener disco nuevo, he podido recuperar y rescatar las canciones de siempre.

¿Le han venido bien estos casi dos años de descanso?

Se me han pasado rápido, la verdad. Es que parte del proceso es también parar y dejar de lado lo de siempre, gira y disco. Igual es cosa de la edad (risas) pero, al final, mi vida es tocar aunque a veces acabas… Es que me he pegado unas jartadas de carretera increíbles. Las dos giras previas fueron de unos cien conciertos cada una. Un año seguido en la carretera en cada caso. Ahora me lo he planteado diferente.

¿Le han dejado los ensayos tiempo para el veraneo, la familia y la moto?

Sí, claro. Solemos ensayar en Basauri, pero este año hemos ido a Madrid, a la casa-estudio que tiene Carlos en la sierra. Nos juntábamos una semana entera al mes y así hemos ido ensayando, incluso grabando las pruebas.

¿Está todo cerrado o faltan detalles de la gira?

Siempre faltan cosas, se han cerrado las canciones y los arreglos, pero en tres conciertos veré que hay cosas que funcionan y otras no, y que hay que cambiar o mover algunas canciones de lugar. Y veremos qué pasa, porque cambiamos mucho de instrumentos y el escenario va a parecer el camarote de los Marx. Hasta que no toquemos unas noches no estará todo listo. Se ve más en tres conciertos que en varias semanas de ensayos.

Se vende esta gira como "una ocasión única para escuchar sus canciones como nunca antes". ¡Ni que sonaran punk o electrónicas!

(Risas). Eso es como con cada disco, que siempre es el mejor. Lo cierto es que hay canciones que nunca han sonado así porque la razón de ser de esta gira es dirigirse a quien nos ha visto muchas veces. Aunque hayan ido a 28 conciertos, van a encontrar cosas nuevas.

Se alternará lo acústico con lo eléctrico ¿no?

Sí, pero no vamos a tocar sentados, somos los Fitipaldis. La música está pensada para gente que está sentada, porque el teatro o un auditorio ya suenan mucho por sí mismos y no hay que volarle la cabeza al tío de la primera fila. Trato de ofrecer música y un sonido para que se escuche y disfrute. Habrá guitarras eléctricas y acústicas, banjos, violín, acordeón… No van a ser todo baladas, no, y algunos temas se han hecho más grandes.

Lo de que tocar en un teatro facilita el contacto con el público y una atmósfera más íntima ¿se trata de un tópico?

Hombre, lo de la cercanía es verdad, es algo físico. Y los tiempos son diferentes. Al tocar en un concierto grande, en el BEC, si en un minuto no has hecho nada queda feo porque la gente está lejos y no te ve apenas. En un teatro puedes decir una tontería entre canción o canción, o te vas a por una cerveza… Ahí no hacen falta pantallas de vídeo para vernos. Se darán cuenta hasta de si se nos rompe una cuerda.

¿Hará chistes?

(Risas). Eso me da mucho cague porque soy más malo… Hay artistas que enlazan las canciones con unas historias alucinantes, como Springsteen. Es superdifícil hacerlo, pero si veo a mi hermano entre el público le saludaré, por ejemplo.

¿Qué sonará, habrá curiosidades?

Se trata de recuperar y cambiar el sonido de ciertas canciones aunque se mantienen otras como Soldadito marinero. Hemos recuperado algunas que no hacíamos hace tiempo, al menos en las tres últimas giras, como el blues A 1.000 kilómetros o El ojo que me mira y Las nubes de tu pelo. No es que esté harto de algunas, pero es necesario darles otro aire para que la motivación de cantarlas siga siendo grande. Nos ha costado mucho elegirlas y no sabíamos cuál dejar fuera. La casa por el tejado, por ejemplo, me obligaron a mantenerla los músicos. Al salir al escenario, todas tienen sentido.

¿Sorprendido por el éxito de la gira?

Sí, asombrado absolutamente, aunque si te planteas una gira piensas que va a salir bien. Con la actual, debido el momento de crisis, sí que nos lo hemos pensado mucho porque las entradas son caras. Y nos han sorprendido lugares como Bilbao, y para bien. Son tres conciertos y somos cuantos somos, Castro incluido y medio Laredo (risas). ¡Es flipante tocar aquí tres noches!

¿Le da vértigo el componente empresarial de sus últimas giras? No en vano, usted mantiene últimamente más puestos de trabajo que muchos empresarios.

Claro, pero trato de no pensar porque soy muy cagueta. Luego, en gira se me olvida todo. A veces pienso que debo ir al psicólogo a que me diga que soy el mejor, si no me muero de miedo. Es que hay mucha gente implicada, es verdad. No tenemos sponsor y vamos como empresa, aunque la mayor preocupación de si se llega o no económicamente se la lleva la oficina, Last Tour International.

¿También es difícil una gira más reducida como la actual?

Por supuesto. Lo que nos salva es que tocamos varios días en distintas ciudades y eso abarata costes. Si fuera una noche sola por ciudad no sería posible porque metemos un máximo de 3.000 personas por recital, no las 18.000 de recintos grandes.

Y los teatros son caros.

¡Esa es otra! Tenemos que cobrar entre 40 y 50 euros por entrada, y hay gente que no lo entiende porque nos vio por la mitad hace dos años. Es que resulta más caro alquilar un teatro que un pabellón, en el que entran 20.000 personas.

La gira recorrerá un estado arrasado económicamente. Si hasta Ronaldo está triste y Javi Martínez asalta Lezama para recoger unas botas…

(Carcajada). Esta vez sí que teníamos temores antes de que salieran las entradas a la venta. ¡Igual no podíamos salir de Gipuzkoa…! La sorpresa ha sido fantástica y es que en esta gira llevamos más cacharros que nunca. Carlos tocará nueve instrumentos, Javi hará saxo, clarinete y flauta, yo eléctricas, acústicas y banjo… Y así todos. Si ésta era la gira fácil…

Quizás la respuesta a la gira tenga que ver con la crisis. Con algo habrá que disfrutar, ¿no?

Tienes razón, la música está mal aunque yo tengo mucha suerte. Casi no hay giras en estos momentos. Habrá gente que querría ir a mis conciertos y no podrá porque una pareja más cena son 90 euros. Ahora se elige más, claro, ya no podrán ir a vernos 18 veces como antes. Sí que es caro, pero las camisetas de fútbol de mis hijos cuestan lo mismo (risas).

Lo de hacerse usted cargo de la mitad de la subida del IVA va por ahí, imagino.

Exacto. Cuando anunciamos la gira ya nos llamaban cabrones por los precios y luego, encima, llegó la subida de Rajoy. Dijimos que no podía ser, que había que "comerse" la mitad. Lo mismo va a pasar con los discos, que ya no compra ni dios, solo los que tenemos más de 40 años. Tendrían que regalarlos al comprar varios kilos de naranjas.

Confiese…, ¿se ha inventado esta gira porque no tiene disco nuevo?

También se puede hacer esa lectura, que no tengo canciones nuevas. Me encantaría tenerlas pero seguro que las guardaría en un cajón porque no haría un disco en estos momentos. Si me hubiera metido en un estudio a grabar, ya estaría pensando en los temas nuevos y te acabas liando. Para hacer esta gira más pausada no debe haber disco.