Londres. Felipe, duque de Edimburgo y esposo de la reina Isabel II de Inglaterra, es un viejo marino. De niño y debido a una situación de emergencia, tuvo que viajar en una caja de manzanas en un barco desde Grecia hasta el Reino Unido. Después, el cosmopolita marido de la reina Isabel II -con raíces griegas, danesas y alemanas- ingresó en la Marina británica, donde hizo carrera. Sin embargo, a sus 91 años, un pequeño desfile a bordo de un barco con motivo del 60 aniversario de la llegada al trono de la monarca consiguió postrarle en cama.

Tras presenciar bajo la lluvia el homenaje a su esposa el pasado mes de junio, el príncipe Felipe se vio aquejado de una cistitis, de la que ahora sufre una recaída por la que el miércoles tuvo que ser hospitalizado de nuevo. Según el Palacio Real, su internamiento es "una medida puramente preventiva". Pero los británicos cada vez se preocupan más por la salud del hombre al que con el tiempo han aprendido a querer.

El príncipe Felipe, al que en sus años de juventud se le atribuyen actitudes despóticas, es considerado como un estrafalario veterano. Sus declaraciones, no siempre políticamente correctas, son tan legendarias como el escándalo que sus palabras generan en los medios.

Las pasadas Navidades, el duque de Edimburgo fue llevado por sorpresa al hospital y tuvo que implantársele un stent debido a la obstrucción de un vaso coronario. Entonces permaneció cuatro días en el hospital y en junio otros cinco, debido a la infección de vejiga. Ahora, según el Palacio de Buckingham, tendrá que pasar "varios días" en el hospital público de la localidad escocesa de Aberdeen, aunque a su lado hay también un médico privado.

aniversario de boda La reina Isabel II y su esposo festejarán en noviembre el 65 aniversario de su boda. Desde que hace 60 años la monarca asumiera el trono, el oficial de la Marina es tan sólo príncipe consorte y en los actos oficiales debe ir siempre un par de pasos por detrás de su mujer. En los mil años de historia del reino, nadie ha permanecido durante tanto tiempo junto a un monarca británico. Y la propia reina se encargó de alabarle ante el mundo entero en marzo pasado durante un discurso.

Los conocedores de la Casa Real británica dan por descontado que el príncipe tendrá que reducir sus apariciones públicas en los próximos meses si no quiere poner en peligro su salud. Hace casi dos años el duque de Edimburgo ya anunció que rebajaría su actividad, algo que apenas cumplió, pues si bien dejó en otras manos algunas funciones, como el rectorado de la universidad de Cambridge, siguió apareciendo en público. Sin ir más lejos, el pasado 27 de julio asistió junto a la reina en la inauguración de los Juegos Olímpicos en Londres, y poco después pudo comprobar en directo cómo su nieta Zara ganaba la medalla de plata en hípica. Pero antes, había recorrido el país junto a Isabel II para celebrar sus bodas de diamante en el trono. Y si bien sus problemas salud ya le impidieron celebrar con los suyos la pasada Navidad, ahora podrían privarle de la inauguración de los Juegos Paralímpicos en Londres.