MADRID. "Habrá un disco cuando esté emocionado con las canciones y las quiera grabar. El no tener canciones es algo que antes me ponía muy nervioso. Ahora no. Querría tener 100 libretas llenas, pero no las tengo. Quizás me siento un poco revuelto y creo que no es el momento de mirar qué camino musical cojo", explica el artista durante una entrevista telefónica.

"Igual hay que contar hasta once", añade entre risas, jugando con el título de su último álbum, "Antes de que cuente diez" (2009), el sexto con Fitipaldis, con quienes ha construido su carrera profesional desde que se disolviera su anterior banda, Platero y Tú.

Sus nervios ahora vienen porque el 22 de septiembre comenzará en Oviedo una nueva gira por teatros y auditorios que recorrerá catorce capitales españolas, incluyendo tres fechas en Madrid en diciembre, dos en Barcelona y otras dos en el Palacio Euskalduna de su Bilbao natal, un lugar emblemático en el que curiosamente nunca ha tocado.

"Quería hacer una gira aunque no tuviese disco. Creí que la gente querría escucharnos, que no hacía falta tener un número 1 ni una portada en la revista Rolling Stones para ello".

Cabrales bromea que será "una gira para gente de mi edad, muy cómoda" y cuenta que se le ocurrió tras acabar un tanto agotado de sus dos últimas giras en grandes pabellones, movilizando megapantallas, cocineros y seis remolques de ciudad en ciudad.

"Con toda esa estructura, me sentía más pequeñito", explica este vasco de estatura concentrada y apenas 50 kilos.

Inspirado por un alto que hicieron en una sala londinense de camino a su actuación en la última Exposición Universal de China, el músico tuvo la certeza de que le apetecía tocar de una manera "más cercana" y libre, sin la férrea programación milimétrica que exige un gran concierto.

"Si yo quiero empezar un canción que no está en la lista, que se pueda hacer", precisa, dispuesto a admitir peticiones del público, incluso de sus tiempos en Platero.

Será una gira especial. Desde "Lo más lejos a tu lado" (2003) no tocaba en salas y algunas canciones sonarán distintas gracias a unos arreglos ideados para ese formato, para que todo sea "más agradable, más natural", sin tanta amplificación.

"Vamos a tocar a dos metros del público y no puedes salir a volarles la cabeza", argumenta el músico, que sí incorporará nuevos instrumentos -"más cacharros que nunca en nuestra gira más pequeña", resume-.

Serán seis personas, un piano, un órgano hammond, un acordeón, clarinete, mandolina, mandola, pedal steel, banjo y "muchos cacharritos de percusión que funcionan muy bien". Incluso el guitarrista y productor Carlos Raya se atreverá con el violín.

Cabrales, que cita "Soldadito marinero" como la canción "de la que más podría estar hasta los huevos de tocar", avanza que le han dado un baño nuevo, como de "taberna irlandesa", que le da la oportunidad de interpretarla "diferente", de apasionarse de nuevo con ella y de darle más protagonismo a su letra.

Las características del tour hacen posible que haya colaboraciones especiales. "Conozco a muchos amigos que querrían cantar conmigo", indica antes de citar a Carlos Tarque de M-Clan, a Rosendo, a Lichis de La Cabra Mecánica...

"¡Ojalá se viniera El Cigala!", fantasea.

Abierta la veda de la imaginación, cabe preguntarle por Joaquín Sabina, con el que comparte una parte de su universo lírico, el compuesto por maleantes, taberneros, prostitutas y mujeres fatales.

"Sabina es el gran escritor de canciones de este país. Lo único que tiene de malo es que solo hay uno. Ya podría yo ser el segundo Sabina, pero él está a otro nivel", responde en tono humilde sobre esa "rara" ecuación, aunque admite que le "encantaría" compartir una canción con el autor de "Princesa".