Vitoria. Tiene más de veinte millones de lectores, es la escritora que más libros vende en todo el Estado y cada una de sus entregas es esperada con ansia por los adictos a sus historias. Matilde Asensi no pasa de los datos numéricos que le permiten vivir dedicándose sólo a la literatura, sin más concesiones que crear sueños hechos novela, pero dice que “yo sólo escribo”. Acaba de completar la trilogía de Martín Ojo de Plata con el volumen La conjura de Cortés. El viaje que inició al Siglo de Oro ha terminado y con él terminan también las aventuras de Catalina Solís, la mujer que adopta la personalidad de su hermano muerto. Para la escritora alicantina han sido seis años intensos y apasionantes que ahora deja atrás para embarcarse en una nueva aventura literaria. Es periodista y conoce lo que es estar al otro lado de la barrera. No le entusiasma estar permanentemente en los medios, pero asume con paciencia infinita la batería de preguntas que van incluidas en la promoción del libro.

Ha vuelto a sacar un pasaje para volver al pasado. ¿Qué lleva incluido este viaje?

Billetes al pasado no venden en ninguna compañía de vuelos ni de ferrocarriles. Hay que viajar en la memoria y hay que reconstruir una etapa recurriendo a crónicas, a documentos de la época, a trabajos publicados. Es un viaje en la memoria en toda regla.

¿Es un billete caro el que le permite hacer este viaje en la memoria?

Un billete demasiado costoso. Escribir un libro cuesta, tiene un trabajo importante detrás aunque luego la gente se lo beba en dos días. En este caso, se ha sumado la dificultad del lenguaje del Siglo de Oro. Es un problema añadido y complicado, me ha costado en cada libro y me daba mucha pereza cada vez que tenía que empezar uno. El primero no me costó tanto porque era una inconsciente, pero el segundo y el tercero han tenido una barrera en el lenguaje.

Su próximo libro…

Lo puedo escribir en un castellano normal del siglo XXI, me parece hasta un lujo poder olvidarme del lenguaje del Siglo de Oro.

¿Le va a costar olvidarse de las aventuras de Martín ‘Ojo de Plata’?

Me imagino que me costará, han sido seis libros y he vivido seis años con Catalina Solís, y me voy a acordar mucho de ella como me acuerdo de Octavio Salinas de El último Catón… Son personajes con los que paso tanto tiempo que, de alguna manera, se vuelven un poco reales dentro de la locura del escritor.

Supongo que su próxima novela está casi hasta empezada.

¡Qué dices! Llevo mayo y junio de promoción y la acabo el 14 de diciembre. Tengo un embrión de idea, pero no sé cómo se desarrollará. Cuando llegue a mi casa y me siente el tiempo suficiente como para ponerme a trabajar, lo mismo ya ni me apetece esa idea. Ahora mismo no tengo nada.

En estos momentos es usted la mujer que más libros vende en todo el Estado.

Dicen eso, no lo sé; yo escribo. No pienso en esas cosas ni las quiero pensar, solo me limito a escribir.

¿Da la literatura para vivir?

A mí sí, no tengo problemas. Sólo escribo mis libros y me va bien, no me puedo quejar.

¿Es una suerte, una lotería?

Creo que me lo he trabajado. Soy una privilegiada, una afortunada, cada día de mi vida recuerdo lo afortunada que soy, si lo olvido seré injusta. Vivo de lo que escribo y a la gente le gusta lo que hago;si eso no es ser afortunada, ya me contarás.

¿La promoción es un castigo?

Lo vivo como un castigo editorial. De hecho, yo me negaba a hacer las promociones.

Sin embargo, lleva dos seguidas, algo muy raro en usted.

He dormido poco, me duele la garganta, estoy cansada… Cuando acabé el libro me fui a mis redes sociales, Facebook y Twitter, he establecido muy buenas relaciones con mis lectores. Hablando con ellos les dije: “Ya me han mandado el plan de promoción, estoy que trino, menuda paliza, no sabéis lo que es una promoción…”

¿Qué le contestaron?

La respuesta me dejó KO. Me dijeron: “Queremos que vengas a vernos, que nos firmes libros, hacernos una foto contigo, conocerte en persona. Sabemos que te vas cansar, pero la ilusión que nos hace a nosotros conocerte es muy grande…” No me esperaba esa reacción.

¿Esperaba un poco de compasión?

Claro. Esperaba que me comprendieran en el cansancio y no que me dijeran que es parte de mi trabajo ir de ciudad en ciudad conociendo a los lectores de mis libros. Me sorprendió y me gustó. La promoción es un castigo editorial y la hago por mis lectores.

Sus libros están basados en la historia y en la aventura. ¿Son aventuras que hubiera querido vivir y no ha podido?

Supongo que sí. Tú piensa que yo soy muy cobardica. Me da miedo volar, tengo ornitofobia -odio a las palomas y a los pájaros-, no puedo ir por la calle sin cambiar de una acera a otra, soy una ansiosa-nerviosa; no podría haber sido nunca una heroína y me imagino que de alguna manera en mis personajes proyecto todo lo que hubiera querido ser o hubiera querido vivir.

¿Es frustrante no atreverse a vivir esas aventuras?

No. La vivo, la vivo porque escribo. Tampoco me estoy privando de la aventura, estoy dentro de ella cuando estoy haciendo el relato de mi novela.

¿A la hora de leer, qué es lo que más le gusta?

Leo lo que me apetece, leo de todo, muy variado. No soy sibarita en mi elección. No tengo manías ni problemas, cojo cualquier género: me encanta la novela negra, la de ciencia ficción me gusta bastante, me gusta casi todo tipo de literatura.

¿Es usted exigente con los textos de los demás? ¿Saca muchos peros a sus colegas?

Sí. Es tremendamente cruel decirlo, pero es tremendamente cierto. Conoces los gajes del oficio y ves las costuras, eso nos pasa a todos. Escribir tendrá mucho glamour, pero es un oficio. Coges un libro y dices: Por favor, esto… Y luego a la gente el libro le apasiona, me parece perfecto, pero tú ves que está cogido con hilos, que está cogido por los pelos y que no da mucho más de sí. Aunque si a la gente le ha gustado, qué más dará lo que yo piense.

Historiadores y muchos lectores son críticos con las licencias que se toman los escritores de novela histórica. ¿Han conseguido encontrar gazapos en sus libros?

No me han sacado ninguno. Me gusta ser muy rigurosa pero sé que tengo errores. Son más errores de despiste que de falta de documentación. De momento, no me han pillado ninguno. Yo me concedo pocas licencias, solo trabajo en los huecos donde no tengo documentación, donde no hay datos históricos, en el resto adapto mi historia a los hechos reales que ocurrieron. Por encima de todo está la historia y después está la ficción.