Verano y música no suelen ser buenos amantes. Los éxitos de la playa suelen ser tan pastosos, poco creativos e inaguantables que no duran más de tres meses. Pero para unos 80 jóvenes de Euskal Herria, en cambio, es el momento de estudiar los compositores más destacados de la música clásica y ensayar durante más de una semana un mínimo de ocho horas diarias un programa de un concierto sinfónico para interpretarlo luego en concierto. Estos intrépidos que se enfrentan a la ociosidad y al calor a golpe de arco o a soplos (en una boquilla) forman parte de la Euskal Herriko Gazte Orkestra (EGO), la agrupación musical promovida para fomentar la formación orquestal. Suelen hacer dos encuentros al año, que coinciden con las vacaciones navideñas y de verano. En esta ocasión desde el pasado día 15, en el Complejo Educativo de Eibar los 80 jóvenes instrumentistas han vivido inmersos en el mundo de Stravinsky. Este compositor es el protagonista del concierto que ofrecerán en Gasteiz (hoy en el Principal a partir de las 20.30 horas con las entradas a 9 euros), Donostia (24) y Bilbao (25), en un programa que incluye El cant dels ocells, de Pau Casals, y la pieza Bacanal de la ópera Sansón y Dalila, de Camille Saint-Säens. Sin embargo, la obra más importante y para la que más duramente se están preparando es el complejo ballet Petrushka, del mencionado creador ruso.
La gran dificultad que entraña y el poco tiempo que disponen para prepararla, Petrushka es "todo un reto" para los instrumentistas, de entre 16 y 26 años, según Borja Mollá, uno de los segundos violines. Las maratonianas sesiones sirvieron para ensayar por grupos. Luego se juntaron las secciones (todas las cuerdas por un lado, viento y percusión por otro) y más adelante se quedaron con el director, Juanjo Ocón, para preparar los tuttis. "Para poder llegar a un nivel sobresaliente necesitamos hacer un trabajo desde grupos pequeños e ir aumentando", explica el maestro. "Y a partir de ahí, la magia", señaló Ocón. El director musical que explicó que eligió esta pieza porque se pide en todas las oposiciones de orquesta.
experiencia Mollá considera que "es un proyecto ambicioso y además una gran oportunidad para poder tocar una obra de esta complejidad sinfónica". Este segundo violinista de 21 años lleva desde los 17 participando en el proyecto y, aunque está estudiando Derecho y no piensa dedicarse por entero a la música, considera que "un grupo de profesionales como este no se encuentra todos los días". Para Lander Mesonero, trompetista irundarra de 18 años, "esto son vacaciones". "Es lo que me gusta hacer y qué mejor que estar de vacaciones practicando lo que te gusta", exclama. Aunque el placer venga de pasarse horas frente a una partitura y con unos profesores que "meten mucha caña". Pero no todo son obligaciones, ya que "el ambiente es muy bueno".
Los maestros provienen del mundo profesional y educativo. Uno de ellos, el percusionista Iñaki Telleria, fue miembro de la EGO entre 1999 y 2004. "Volver a casa, además justo en el mismo sitio y a la misma sala en la que estuve, es una experiencia muy bonita", asegura. Y aunque lamenta que se esté recortando tanto en cultura, espera que los dirigentes se den cuenta de la importancia de la EGO y "sigan apostando por estos proyectos".