Bilbao. Tras el pop excesivamente calmo y mayoritario de los británicos Keane, sin guitarras y basado en una perfección que rayó lo gélido, los otros semicabezas de cartel de la última jornada de Bilbao BBK Live 2012, los reagrupados Garbage, sí arrollaron en el último bolo del escenario principal del festival, ante una hedonista marea de más de 30.000 fans que botaron y cantaron buena parte de sus éxitos. Su mezcla de guitarras distorsionadas, pop y electrónica sonó tan contundente como clara, liderada por su grácil y simpática vocalista, Shirley Manson. Sonaron como una apisonadora, a excepción de dos momentos en los que la banda tuvo que lidiar con sendos problemas técnicos.

Tras un largo periodo sin actuaciones en los dos escenarios mayoritarios, Garbage, adelantándose algo al horario previsto, optó por la acción-reacción. ¿Que sus competidores de la noche, Keane, habían obviado las guitarras, esas que sí pasearon en su pase anterior por Bilbao? Pues ellos, doble ración. El primer bofetón de la apisonadora Garbage fue Automatic systematic habit, la canción que abre su último álbum, un destacable Not your kind of people cuyo repaso no desentonó ante el aluvión de clásicos que propuso la banda, de nuevo en la carretera siete años después.

tormenta sónica La primera, en la cara. Con una Shirley Manson al frente que nunca aparentó sus 35 años -moño pelirrojo altísimo, una chaqueta que le duró escasos minutos, pantalones cortos rojos, medias y tacones altos-, el grupo, reforzado con un quinto miembro, no engañó nunca y mostró sus cartas en cuanto pisó el escenario. De él bramó una tormenta sónica que respondió la nombre de I think I'm paranoid -reconocido inmediatamente- y que resumió las virtudes de estos músicos: guitarrazos con distorsión claramente influenciados por el rock alternativo/grunge, tonadas pop herederas de los 80 y una pátina electrónica contemporánea.

Shut your mouth cambió algo el guión, con sus frases rapeadas por una dinámica Shirley, que no paró de patearse el escenario y que prometió dar lo mejor de sí misma y solicitó lo mismo al respetable. Ya sin chaqueta, mostrando orgullosa el rostro de Patti Smith en su camiseta, atacó, con sus reconocibles "tururu, tururu", el legendario Queer, que disfruta de un estribillo, como buena parte de su repertorio, más adhesivo que un chicle enriquecido en azúcar. Durante el tema, se dispararon los fans. Antes, en la introducción, Shirley sacó pecho -ejem, no llevaba sujetador-, y recordó a quienes les conocían y quienes habían subido a Kobetamendi a ver a otras bandas, que "somos Garbage, continuamos aquí, hijos de puta".

En Stupid girl, que tuvo una intro sintética a lo Chemical Brothers, se lució Butch Vig -el productor de Nirvana y Smashing Pumpkins, sí- a las baquetas, aunque Shirley se equivocó en una entrada por un problema con los monitores. No pasó nada, discurso al canto -los antiguos monitores ahora sustituidos por petacas ajustadas al trasero, que enseñó gustosa a los embravecidos fans- y la cosa se enderezó para pasar al viejo éxito Why do you love me, que sonó casi punk rock, como si Ramones se hubieran dedicado a jugar con máquinas, y la chica acabó en el suelo, revolcándose satisfecha.

El grupo alternó sabiamente los temas recientes con viejos éxitos, siempre disparados por las guitarras violentas de Steve Marker y Duke Erikson, este último con periodos al teclado. Entre los más jóvenes destacaron Blood for poppies -ligero ritmo ska y con ese estribillo brutal, "they're calling on the radio"- y un positivo Big bright world, en el que arengó a los fans a vivir el momento, dar un corte de mangas al pánico y a la crisis y disfrutar de las bondades de este mundo, del amor y también "del vino".

sin altavoces En la recta final del concierto, cuando fans y grupo comían de la misma mano, con un sonido majestuoso, llegó el gran fallo. Los altavoces exteriores, los encargados de transmitir la música a la audiencia, enmudecieron cuando la banda atacaba el viejo y gran Push it. En ese caso, a ellos sí les funcionaron los monitores y siguieron tocando, ajenos al desaguisado, durante más de un minuto ante una audiencia sorprendida que parecía estar viendo la televisión -con los músicos tocando y saltando- con el sonido apagado.

Aunque mosqueados, su profesionalidad quedó fuera de toda duda en el bis, en el que descabellaron al público con su hit Wow -se saltaron el esperado Supervixen- y un Only happy when it rains -"solo soy feliz cuando llueve, sabes que me encanta cuando las noticias son malas, derrama tu miseria sobre mí"- para dejar claro que siguen siendo unos frikis. Que los moñas son Keane.