Madrid. Arturo Pérez-Reverte ha puesto ya punto final a su nueva novela, El tango de la guardia vieja, una turbia historia de amor, traiciones y espionaje que publicará Alfaguara el 21 de noviembre y en la que reflexiona sobre "esa vieja Europa que, con lo bueno y lo malo, fue barrida por la Segunda Guerra Mundial".

"No sé si será buena o mala, pero sí sé que es la novela que quería escribir", asegura Pérez-Reverte a Efe sobre este libro que encierra, dice, "la historia de una ambición y un fracaso". La novela recorre 40 años del siglo XX y contiene los ingredientes habituales en los libros de este autor, cuya obra está traducida a 41 idiomas: esos amores apasionados, intrigas y traiciones que han conquistado a millones de lectores en el mundo. El escritor dedicará agosto y septiembre a corregir la novela, sin duda "el trabajo más ingrato porque el libro ya no depara sorpresas. En todo caso, sorpresas malas". "Es como el que tiene una relación con una mujer a la que ha amado mucho y con la que ha sido muy feliz, pero está deseando ya que se vaya y haga feliz a otro", dice el novelista. En realidad, Pérez-Reverte (Cartagena, Murcia, 1951) empezó a escribir esta historia hace 20 años, entre El club Dumas y La piel del tambor, pero cuando llevaba "unos 30 o 40 folios se dio cuenta de que "aún era pronto" para contar lo que quería contar. "Vi que me faltaba ese registro de voz y de mirada que me da el tener 60 años cumplidos". El tango de la guardia vieja tendrá unas 500 páginas y transcurre en tres situaciones: una extraña apuesta entre dos músicos, que lleva a uno de ellos a Buenos Aires en 1928; un asunto de espionaje en la Riviera francesa durante la Guerra Civil; y una inquietante partida de ajedrez en el Sorrento italiano de los 60. Los músicos son amigos y famosos. Uno se llama Maurice Ravel, y compondrá un bolero. El otro, Armando de Troeye, español y muy rico, deberá componer un tango. Y para ganar la apuesta, De Troeye viaja a Buenos Aires con su mujer y, "en la travesía, el matrimonio conoce a un apuesto bailarín de tangos que se ocupa de entretener a las señoras a bordo del transatlántico. Se llama Max, baila muy bien y tiene otras habilidades inquietantes", explica el autor, que aclara que no es una novela sobre la Guerra Civil española. Aquellos trágicos años solo sirven "de telón de fondo" para lo que quiere contar. "En la Guerra Civil hubo españoles con mucho dinero que se refugiaron en la Costa Azul y ahí esperaron el final de la guerra. Entre esos españoles se mueve mi novela", cuenta.