Madrid. El placer de la palabra, las emociones y la información son los tres ingredientes que el gallego Víctor F. Freixanes busca en sus novelas, una receta que, en la cultura de "usar y tirar" y del "milagro mediático" que impera hoy, puede llegar a ser una apuesta de escritores "raros".
Es una literatura "con ambición", asegura Freixanes en una entrevista, la que ofrece en Caballo de Oros, que, tras su aparición en gallego en 2010, la editorial Siruela publica ahora traducida al castellano en su colección Nuevos Tiempos. Tras diecisiete años sin publicar una novela, Freixanes, que es además editor, periodista y profesor universitario, regresó a este género con la tranquilidad de ofrecer a los lectores algo que realmente cree que "vale la pena". El escenario vuelve a ser Vilanova de Alba, ciudad imaginaria en las rías atlánticas que recrea la Galicia profunda de los años 40 y 50, un retrato de la sociedad "humillada y humillante" de la posguerra, integrada por supervivientes. Freixanes (Pontevedra, 1951) creó Vilanova de Alba en su primera novela O triangulo inscrito na circunferencia, que fue Premio Blanco Amor y Premio de la Crítica 1982, ciudad que volvió a recrear en A cidade dos Césares, Premio Torrente Ballester 1993, y ahora en Caballo de Oros, Premio de la Federación de Libreros Galicia y Premio de la Crítica de narrativa gallega 2010.
Esta última rememora la Galicia de los tiempos del wolframio, un mineral utilizado por la industria militar muy demandado en la época en la que transcurre la narración, una historia de amor y una partida de cartas que dura tres días y tres noches y en la que sus participantes se juegan prácticamente la vida. "Me gustan las historias complejas, las historias dentro de la Historia", dice Freixanes, para quien el elemento sorpresa es muy importante en la creación artística.
Caballo de Oros era en principio un cuento pero al autor le supo "a poco" y el escrito quedó aparcado, junto a otras tres o cuatro novelas que tiene empezadas, hasta que un día uno de los personajes que desaparece en el puerto de Vigo durante el relato, doña Amalia, despertó.