LA colonia Gazterock no es un perfume apadrinado por Neil Young o Lemmy Motorhead, a pesar de que muchos fans darían algún dedo por quedarse con sus sudorosas toallas como reliquias. No es un perfume, no, pero en su cuarta edición ya se puede decir que ha destilado un poso de encuentro, más allá de la virtud pedagógica. Ya es una esencia. Llena de influencias.
Rory Gallagher y Jimi Hendrix son algunas de las que marcaron a Fito Cabrales. "Un día pones un disco, el que sea, y te quedas enganchado", asegura. Y no lo hace en una entrevista. Lo hizo el pasado sábado cuando sorprendió a los 52 jóvenes -de entre 15 y 17 años- que toman parte estos días en el proyecto que se coordina desde la Asociación Musical Helldorado y el Instituto Foral de la Juventud.
Con la boca abierta -esta vez no para cantar- y los oídos atentos -escuchando más que nunca-, el medio centenar de alumnos, este combo de promesas de la música que se curte en este primera quincena de mes en las colonias, siguió el solo de Fito y lo acompañó con arreglos de preguntas. Combos musicales, fotografía, vídeo, graffiti, lindy hop, historia del rock, luz y sonido son sólo algunos de los temas que tocan los jóvenes, que tuvieron en este sorpresivo alto en el camino un plus para retomar las últimas jornadas de música.
"Podía haber hecho canciones, pero no estar donde estoy sin la gente que me rodea. Es importante en la vida compartir las cosas", explicó Fito a su audiencia, con la que también desplegó experiencias y anécdotas de su trayectoria, que también le llevará durante este año a auditorios más pequeños e íntimos de a los que está habituado, carne siempre de multitudes.
Un ídolo sin pies de barro, que esta vez acercó los suyos hasta Gasteiz para subirse al escenario de Uritiasolo y dar una lección de música diferente a las que acostumbra, pero con fotos incluidas al final de la sesión. "Hacen mucha falta", aseguró en referencia a los jóvenes talentos, a las nuevas generaciones que siguen apostando por la música como algo más que una afición o una sintonía lejana.
La música no sólo sirve para estimular los sentidos -que también-, sino que, además, es una materia prima muy eficaz para unir a las personas en objetivos comunes, para sincronizar talentos y poner en marcha experiencias que, más allá del jueves -último día de Gazterock-, cristalizarán seguro en nuevas apuestas musicales que estos 52 intérpretes desarrollarán independientemente o en grupo.
Y puede que, dentro de unos años, alguno de estos jóvenes que aprende estos días los secretos del punteo y de todo aquello que le rodea -el escenario y más allá- vuelva a sacarse una foto con Fito, compartiendo de nuevo escenario con él -también tocaron juntos-, cada uno con su música. Cruzando esencias.