Vitoria. Es el verano una época en la que muchos aprovechan el tiempo libre para reencontrarse con la literatura, así que esta semana, además de la presentación de Blanca Holanda de la que se da cuenta en esta misma página, otros dos autores vascos pondrán de largo en la capital alavesa sus nuevas publicaciones. Hoy lo hará el bilbaíno, aunque residente en Gasteiz, Javier Otaola con Mamá ha muerto en la Casa del Libro (19.00 horas). Mañana le tomará el relevo el vitoriano, aunque su vida se desarrolle ahora en Madrid, Miguel Venegas con Retrato de un moribundo en Montehermoso (20.00 horas).

En el caso del actual síndico (aunque su mandato termina en septiembre), Otaola estará acompañado esta tarde por el poeta Kepa Murua para desgranar algunos de los detalles de esta novela publicada por Atanor Ediciones. Humor negro y reflexión filosófica o viceversa. Mamá ha muerto se puede entender desde esas dos perspectivas al mismo tiempo para adentrarse en la vida de un hombre que en su juventud estuvo condicionado por una figura materna dominante, aunque ese hecho no parece tener mayor importancia para el protagonista ya que su día a día parece normal e incluso feliz. Todo eso se rompe tras el fallecimiento de su progenitora, comenzando ahí un viaje de autodestrucción que también es físico, que empieza en Madrid para pasar por Biarritz y París hasta llegar a Estocolmo.

"Todos los personajes del libro vagan en busca de amor, aunque son también víctimas de las patologías del amor: dominación, dependencia, obsesión..." explica el autor sobre un título que toma el relevo de novelas como Brocheta de carne.

En el caso de Venegas, el encuentro con el público en el centro cultural del Casco Viejo tendrá que esperar hasta mañana. Retrato de un moribundo (Éride Ediciones) es la primera novela de este periodista vinculado con la información deportiva, aunque en este caso poco o nada tiene que ver lo escrito con su actividad profesional actual.

En concreto, el autor relata en esta publicación la historia de David, un joven de 30 años que ha decidido quitarse la vida, aunque en apariencia no debería tener motivos para sentirse infeliz con lo que le pasa, ni mucho menos. El problema del protagonista es que en su realidad no consigue llegar a sentir lo que ha devorado en muchos libros que ha ido leyendo en su juventud. Esta confesión ante el lector, que fue presentada en Madrid hace unas semanas, llega ahora a Gasteiz.