Bilbao. Quizá no todo el mundo sepa que, mucho antes de que se construyera el Palacio Euskalduna, el germen del mismo rondaba ya en la mente de Francisco Escudero (Donostia, 13 de agosto de 1912 -7 de junio de 2002). Era la década de los años 60 y el maestro (del que este mes se cumple el décimo aniversario de su muerte y en agosto el centenario de su nacimiento) se hallaba inmerso en la composición de la ópera Zigor!, un encargo de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO), que concluyó en 1963. "En la creación de esta pieza quiso continuar la tradición de las óperas anteriores, pero ya entonces imaginaba que Zigor! se representaría en un gran teatro... De algún modo, con esta obra quería propiciar la creación del gran teatro de la ópera vasca", señala Francisco Mari Escudero, hijo del compositor y actual director del conservatorio de Donostia que lleva su nombre.

Califica la etapa de su padre en Bilbao de "muy intensa y creativa". Desde Misa en Re al Concierto vasco para piano, Hileta o Gernika (su segunda y última ópera, encargada por la Sociedad Coral de Bilbao), muchas de sus obras más emblemáticas se crearon en la villa. "En la sociedad burguesa e ilustrada del Bilbao de entre los años 40 y 60 se crearon muchos grupos culturales formados por artistas, intelectuales y personas de ciencias. Existía una cultura de mecenazgo, había relación entre los artistas... Fue una época muy prolífica", comenta.

De acuerdo a la investigación de la musicóloga Itziar Larrinaga, entre los años 1945 y 1948 Escudero ejerció de profesor de música en la Santa Casa de Misericordia de Bilbao. Fue durante aquel periodo cuando compuso Misa en Re, a instancias del arzobispo de Bilbao. Se estrenó el día de San Mamés de 1946. "A nivel melódico se trata de una de sus mejores obras. La cultura musical en la que se ubica esta obra se basaba en gran parte en aquellas celebraciones litúrgicas. Por desgracia, hoy día todo eso se ha perdido...", indica.

Antes de regresar a su Donostia natal, Escudero también fue director asistente de la Sociedad Coral de Bilbao "y se afanó por obtener la dirección de la Orquesta Sinfónica y la Banda Municipal de Bilbao", desvela Larrinaga. "Siempre estuvo muy ligado a la Sociedad Coral y a la ABAO", corrobora el hijo de Escudero.

Consciente de que la figura de su padre es reconocida por muchos compositores y musicólogos "como un gran referente de la música vasca del siglo XX", reconoce sin embargo "cierto sentimiento agridulce" al recordar la etapa de Escudero en Bilbao. "No quisiera expresar ninguna queja hacia Bilbao, pues nos visitaron muchos músicos en nuestra casa de la calle Zabaleta, en Donostia, para aprender Composición con mi padre, pero sí creo que su música debería estar mucho más arraigada", señala. Considera que las instituciones vascas "tendrían que fomentar el desarrollo de la cultura musical ilustrada", aunque también reconoce que es "un problema social: hoy día predominan otros estilos (pop, rock, folk) sobre la música culta. Además, se tiende a programar repertorio del patrimonio europeo e internacional -prosigue-; es una pena que la ópera vasca apenas exista hoy en día, y sin embargo existe...", reflexiona.

caótico bernaola De otro lado, este mes también se ha cumplido el décimo aniversario de la muerte de Carmelo Alonso-Bernaola (Otxandio, 16 de junio de 1929-Madrid, 5 de junio de 2002). Al igual que el de Escudero, el valor del legado musical del alavés es incalculable. Desde el himno del Athletic Club a la mítica banda sonora de Verano azul, muchas melodías del compositor forman parte de la memoria sonora colectiva.

"Compuso más de un centenar de bandas-sonoras, 40 piezas para teatro, unas 200 obras para producción académica... Es obligada una selección de su obra antes de sumergirse en el estudio de su figura", señala Daniel Moro, investigador en la Universidad de Oviedo que realiza una tesis sobre el compositor alavés. "Mi intención es ahondar en la doble naturaleza de Bernaola, como compositor de orquesta y como productor de bandas sonoras", aclara.

La ayuda de su viuda, María del Carmen Ruiz, ha sido clave en su investigación. Gracias a ella se adentró en el lado más humano y quizá más desconocido de Bernaola. "Me dijo que era muy desordenado", revela.

La propia María del Carmen Ruiz lo confirma: "Horriblemente desordenado, sí, y siempre dejaba todo para última hora, ¡me ponía mala! Recuerdo que una vez se presentó en casa el director Ángel Montesinos, que le había hecho un encargo. Mi marido se quedó helao, pues no tenía nada preparado. Entonces se metió al baño con la excusa de que se sentía mal y, al cabo de un cuarto de hora... salió con las canciones escritas".