Vitoria. Podría haberse llamado Jazzalde. O Ja(da)zz. O Ja-Ja-Jazz. Pero le bautizaron Jazzaharrean. El nombre es perfecto. Y se ha grabado en el subconsciente de la ciudad como sinónimo de julio, de vida en la calle, de risas, de noches apetecibles, de música. La séptima edición del festival es de diez. De diez días en que una veintena de grupos se derrama por el cauce fundacional de los escenarios de Gora y Parral, al que, del 3 al 13 de julio, se añaden viejos y nuevos conocidos: Bodegón Gorbea, Santa María, Artium, Elorza, Erdizka y Helldorado.

Perdonando el lunes, la música se abre paso el martes 3 con el cantón de San Francisco Javier como tándem protagonista. El Miguel Salvador Project pondrá la primera piedra de este puente musical con la labor del guitarrista, que dará relevo -el horario de las duplas siempre será 20.00/21.30, salvo Helldo- al swing de Travellin' Brothers en un doblete vizcaíno. De nuevo conexión Gora-Parral la del miércoles, esta vez con el sabor local de Kebab y Basics, que repiten en el festi. Mikel Merino (guitarra), Antonio Olivo (saxo), Juan Mestre (bajo) y José A. Castillo (batería) pegarán primero, y el septeto propondrá su blues-jazz latino con el baile como objetivo... básico.

El jueves, Parral jugará la primera baza con El síndrome de Stendhal, recién estrenado el primer disco de la banda de jazz manouche. A continuación, a ritmo de interjección, el grupo Eh!. El viernes comienza la diversificación espacial, con el Bode y Artium como sedes. En la calle Herrería, el protagonismo recaerá en Organ Freeman, mientras que el quinteto del contrabajista Pablo Martín Caminero, un gasteiztarra de cuerda internacional, tomará el museo.

En el ecuador del encuentro, en el único sábado de Jazzaharrean, otras dos sedes se unen a la partitura. En los ecos de historia de Santa María, Paloma Berganza Trío se hace -junto a piano y violín- con las sonoridades de la catedral gótica a través de chanson, bossa nova y jazz en formato camerístico, mientras que ese rincón mágico de la ciudad que es la plaza del Machete se deja llevar por Madrí Gras, que toma esas reminiscencias de New Orleans que más se acercan al soul y al funk, y por 3Notas Project, con coordenadas de hip hop. Culmina la semana, en un domingo sin descanso, Groovin Affair, que pondrá ritmo al último tramo del día en el Erdizka. Su nombre lo dice todo.

Salto el lunes y doblete porque me toca. Blues Morning Singers comienza la tarde musical en el Gora Taberna apuntando directamente a los más grandes del género que les pone nombre de pila, a los bluesman originales y ese polvoriento camino de sufrimiento que afinó sus cuerdas. Del Mississippi a Chicago, el cauce se derrama en la siguiente escala, estación Parral, de la mano de White Towels Blues Band. Noche temática.

Miércoles. La cosa empieza con jazz de punto swingeado, ése que muestra cada julio en Gasteiz el saxofón de Iñaki Arakistain, que llega en formato cuarteto. Dará tiempo a llegar a la segunda velada, en el bar Elorza, donde el plato de la casa será Riffs&Chips, bien aderezado con una salsa compuesta por blues, rock y soul.

De vuelta a Louisiana, al más puro estilo clásico del jazz, B3 Dixieland escoge el jueves las tablas del Parral, mientras que en su espejo más allá de las rampas mecánicas Loner pone la réplica desde Zaragoza, fundiendo música negra de raíz -de la Motown al acid jazz- con toques electrónicos. La última velada, el diez que pondrá sobresaliente a un festival en el que colabora DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, se jugará en Helldorado con el swing de la banda alemana Ray Collins Hot Club, el cuarteto Los Mambo Jambo de Dani Nel.lo y Swinging Mammy-O y Diego RJ -de El Sótano de Radio3) a los platos.

La crisis podrá notarse a la hora de buscar patrocinios. Pero el festival sigue creciendo. Incluso hay dos días más que el año pasado. Y repite el concurso fotográfico. Jazzaharrean es un festival en toda regla. E insiste en romper las reglas de todo festival. Sus arterias se extienden creando una red bien afinada.