Vitoria. Se cumple una década desde que la ilusión de Javier Zuazo tomó una calle desconocida y aparcó en una nueva afición, la de la escritura. Se cumple una década y, quehaceres del destino, este repartidor lo celebra, tras muchas cargas de tinta, con la descarga de su primer trabajo literario, un En doble fila (Arte Activo) que ya viaja por las librerías.
Para entender una línea muchas veces hay que rebuscar en la primigenia página en blanco. Las primeras las acometió Zuazo en 2003. "Empecé a escribir cosas de fútbol, relacionándolo con las nostalgias, con la perversión del deporte, rescatando escenas escondidas", recuerda. Y, de aquellas primeras patadas, surgió un estado de forma que decidió mirar un poco más cerca, hacia su propia profesión.
La que ejercita Jorge, su alter ego en esta novela que se engrana a través de la comedia y propone "una historia urbana y contemporánea" donde la comedia manda. "Seguí contando cosas de la vida a través de mi oficio de repartidor, aproveché esa perspectiva; se ven las cosas desde una altura diferente".
Una altura que combina alegrías y desilusiones y que en su obra propone "la historia de un repartidor que muere; todo se articula en torno a unos escritos que tenía archivados en el ordenador y que descubre la ex-pareja del protagonista". Todo tipo de "peripecias, tribulaciones y anécdotas" se cuelan esas notas componiendo una "tragicomedia de la vida" en la que, sobre todo, Zuazo ha tratado de gestar un texto "ágil y creíble", paisajes en los que "cualquiera se reconoce y que, a la vez, encierran un simbolismo que puede llevar a otras emociones y pensamientos".
Emociones y pensamientos que llevan ya un lustro "en boxes", ya que el gasteiztarra escribió esta obra en 2007. La presentó a algunos concursos, la movió por editoriales y ha sido finalmente la también vitoriana Arte Activo la que ha apostado por sus líneas. "Se la pasé a Roberto Lastre, la leyó y le convenció; le llamó la atención la carga de humor que tenía".
Es cierto, y en ellos coinciden todos los tipos de lectores que lo han consumido, que el libro tiene un tono cómico predominante, construido a través de fragmentos pero a la par encaminado a través del "hilo conductor de alguien que quiere contar las cosas que le pasan y sobre las que va meditando", explica el propio autor.
Esa necesidad, la de contar, también permanece desde hace diez años en el interior de Javier, que además de sus textos balompédicos tiene en otro cajón del escritorio una nueva pieza de asfalto, un libro inspirado también en la carretera pero con un tono "más serio y existencialista" en el que está presente con más fuerza "la problemática interna de los personajes, la muerte, la enfermedad, los trenes que se perdieron, la sensación de que el tiempo se escapa...".
Un atasco de carretera es el leit motiv de ese otro trabajo que espera que esta primera edición haga su trabajo y consiga reclutar a una pequeña legión de lectores para su causa. Algo no cambia entre ambos libros, la inspiración en lo inmediato que encuentra Javier Zuazo. "Me agarro a escenas que conozco y desde ahí monto las historias".
Con esta tendencia no sería de extrañar que el escritor gasteiztarra culminara incluso una trilogía de carretera, capturando desdichas del común de los mortales a través de personajes que, como este Jorge inicial, muestran un lado cómico a la par que "entrañable".
Podría ser una trilogía de carretera, pero Jorge está trabajando las primeras líneas de una novela de un hombre al que la vida le cambia por completo tras quedarse en paro. "Le va llevando a situaciones que nunca se hubiera podido imaginar".
Tampoco cuando comenzó a escribir hace una década podía imaginarse Javier Zuazo posando con su primer libro o hablando de los tejemanejes de sus personajes, pero muchas líneas han transcurrido desde aquellos primeros largueros hasta estas últimas aceras, y llega la hora de testar con el público la fuerza de su discurso, un mensaje que entrega ya en las librerías. Un diario lleno de imágenes.