POR fin ha ganado un Tony por su composición para el musical Newsies, ha fichado por Dreamworks para la película de animación con toques de rock psicodélico Lidsville y en septiembre vuelve a España el musical de La Bella y la Bestia. ¿Es el momento de la revancha de Alan Menken?

Es el hombre vivo con más Oscar en su haber, pues los ganó a pares con La sirenita, La Bella y la Bestia, Aladdín y Pocahontas hasta sumar ocho estatuillas, solo una menos que el legendario Alfred Newman. Canciones como Bajo el mar o Un mundo ideal orquestaron la milagrosa resurrección de los estudios Disney a finales de los 80 y principios de los 90, pero con el final del siglo, la industria tomó otros derroteros, la inocencia perdió frente al cinismo y el cuento de hadas cayó en desuso. "Con John Lasseter (director de Toy Story) apareció en escena un concepto de animación distinto y muy exitoso que daba menos peso a la parte musical. Pero creo que Disney volverá a sus raíces en un futuro cercano. Es su legado y en algún momento tendrá que volver a él", explica Menken en una entrevista con Efe.

Compositor estadounidense curtido en el musical clásico, Menken ha reaparecido puntualmente en aproximaciones a ese mundo de "princesas Disney" -Encantada y Enredados- o con Blancanieves, con Julia Roberts, pero ha acabado asumiendo los caprichos del "ciclo de la vida", como decía la canción de El rey león que él no compuso. "El destino del musical es cíclico. Hay períodos en los que la gente mira el género con cinismo y eso está fuera de nuestro control", asegura.

El domingo recogió el primer Tony de su carrera -a la cuarta nominación- y recordó, no en vano, que el musical ahora vitoreado Newsies fue un fracaso de taquilla en el cine cuando se estrenó en 1992 e incluso le reportó un Razzie a la peor canción. "El musical en el cine exige al espectador comulgar con un género que tuvo su esplendor hace mucho y que es muy difícil de retomar. Uno de mis grandes ambiciones es conseguir que vuelva", asegura el también ganador de 11 premios Grammy. Ahora en Broadway encuentra ese público que asume las reglas del género. "Cada musical necesita tener un corazón inocente, incluso los más oscuros, como Sweeney Todd. Es esencial, y en Broadway la gente todavía está más dispuesta a escuchar una canción bonita", afirma.