Eterno candidato al Premio Nobel y laureado con los máximos galardones que puede recibir un escritor, el autor estadounidense de origen judío Philip Roth, es uno de las manos que mejor maneja el bisturí, para escudriñar el alma humana y hablar del dolor, la crueldad o la soledad.

Estas manos sumaron ayer a su impresionante carrera el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, (el cuarto que recibe un escritor estadounidense) un galardón a un autor profundamente contemporáneo que muestra "una compleja visión de la realidad que se debate entre la razón y los sentimientos, como el signo de los tiempos", y una ráfaga de intensa luz en tiempos oscuros.

Roth, quien dijo sentirse "encantado" y "emocionado" con el premio, es un especialista en introducir la ironía en sus obras, a veces de forma muy ácida, que en ocasiones ha tomado cuerpo en el personaje de algunas de sus novelas: Nathan Zuckerman, su álter ego y un látigo que le ha servido para atizar a sus compatriotas, a quienes ve como origen de muchos males.

Nacido en Newark (Nueva Jersey) el 19 de marzo de 1933, Roth tiene una larga carrera literaria. Publicó su primer libro Goodbye en 1959, luego siguieron dos obras más, pero el éxito y la fama le llegó con El lamento de Portnoy, en 1966, un monólogo del protagonista con problemas con el sexo ante su psiquiatra, con el que obtuvo gran éxito.

Desde entonces no ha dejado de escribir para retratar el tiempo que le ha tocado vivir, y meter la lupa en el fondo del ser humano y su país, sin olvidar el hecho judío y su encaje con Estados Unidos. Su trilogía estadounidense o también llamada Los Estados Unidos perdidos, en la que mezcla historias y tiempos narrativos, y que reúne Pastoral americana (1977), Me casé con un comunista (1998) y La mancha humana (2000), acaparó los premios más importantes como el National Book, el Pulitzer o el Nacional de la Crítica.

Después vendría otra revuelta de cimientos con La conjura americana, en 2005 donde plasmó una visión alternativa de la historia de Estados Unidos. Otros temas de sus narraciones son la memoria, la vejez, la iniciación a la vida, la sombra del padre o la sexualidad humana, que tiene en uno de sus libros El pecho, una irónica y surrealista historia, que le asocia a Kafka, porque narra la vida de un profesor de literatura David Kepesh que un día se despierta convertido en un pecho de mujer de setenta kilos.

Su última obra Némesis (2011) es una provocativa y desgarradora novela en la que la narración gira en torno a una epidemia de polio en un tiempo de guerra en el verano de 1944 y sus efectos sobre la comunidad de Newark asentadas en unos arraigados valores familiares.