Vuelta a Vitoria y con nuevo disco, aunque ha costado lo suyo que viese la luz.
La verdad es que hemos tardado seis años. Lo que pasa es que no iba a ser así, se dieron una serie de casualidades que han ido atrasando todo. Por ejemplo, en 2008 se cumplían 30 años de la formación del grupo y nuestra intención era dar un concierto especial, algo en Las Ventas con amigos y colaboraciones, pero punto, una actuación a modo de fiesta que se iba a quedar ahí. Sin embargo, la compañía de discos pensó que era interesante grabar un DVD de aquello para sacarlo a la venta. No sé, yo he llegado a tener discos recopilatorios de Los Secretos para darle un autógrafo a un seguidor y no saber ni que existía el álbum que me daba. A eso le siguió una gira que, en principio, no estaba prevista. Aún así, la idea del nuevo disco ya estaba sobre la mesa.
Sin embargo, se siguió atrasando...
Sí. En 2009 parecía que iba a ser posible pero me rompí la mano y me tiré todo ese año entre cirugías y rehabilitaciones. Tuve mala suerte y todo ese tiempo y 2010 estuve casi fuera de juego. Alguien me puede decir que tener una muñeca rota no es un problema para componer temas nuevos. Sí, claro, dame un martillo, pon la mano y luego hablamos (risas). Fue mucho sufrimiento y eso retrasó todo otra vez. Además, en los tiempos que sí tocábamos, lo que hacíamos era cumplir con los conciertos que teníamos comprometidos antes de la rotura. Y eso era más dolor.
Bueno, al final sí se ha hecho realidad 'En este mundo raro' que es un título, con los tiempos que corren, que parece muy acertado.
Sí. Fíjate que la canción nació de una conversación que tuve con mi hija cuando ella tenía 8 años y yo todavía no me había roto la mano, ni pasaban muchas de las cosas que suceden ahora. Aquella charla era sobre lo raro que es este mundo, en el sentido de excepcional, es decir, no tenía que ver con lo que pasa hoy.
Después de más de 30 años, ustedes también van sumando a un público muy joven que incluso puede que no tenga ninguna referencia de quién era, por ejemplo, Enrique Urquijo. ¿Enganchar a esa gente es lo más complicado?
Para nada. Si no fuera por esa gente, no estaríamos aquí. Si sólo vives de tu público de siempre y de los nostálgicos, olvídate, te quedas relegado a las ferias de verano o a tocar como si fueras una orquesta de grandes éxitos. En eso estamos teniendo mucha suerte, sumando a gente nueva, sin importar la edad, público que comparte con nosotros un gusto por la música, una manera de sentir y expresar. El mejor regalo que nos ha podido dar esta profesión es la gente. Cuando empezamos, éramos una isla, no teníamos conexión con nada alrededor. Ahora se nos llama valedores o estandartes de aquello que se denominó la Movida Madrileña, pero no estábamos en eso; cualquiera que recuerde los programas de televisión o los medios escritos de aquella época, sabe que no aparecíamos nunca. Musicalmente, no éramos igual que los demás, no éramos modernos. Y eso es algo que lo hemos entendido siempre. Lo que pasa es que cuando fue pasando el tiempo, nos metieron como parte de la Movida, pero bueno. En el 83, nos echaron de la compañía de discos en la que estábamos porque consideraban que no hacíamos lo que la época pedía. Esa independencia musical es por la que hemos luchado siempre y creo que es una de las claves para seguir aquí y hacerlo con el público al lado. Por eso hemos resistido a que las radios sólo nos utilicen como fondo de armario o que la televisión no nos haga caso, o que... Esa independencia que te decía ha hecho que este tipo de comportamientos no nos haya afectado. El público es lo único que siempre esta ahí.
Ahora que hablamos de la gente, toca presentar las nuevas canciones pero es indudable que hay una serie de canciones que ustedes deben tocar sí o sí. ¿Complicado compaginar las dos cosas?
Bueno, es algo fácil de hacer. Se trata de añadir, no de quitar. Si haces un disco nuevo, sales al escenario y tocas seis o siete canciones para dar un buen ejemplo de cómo suena el resto del álbum. A partir de ahí, construyes un concierto de unas dos horas y cuarto en el que entra lo último y, por supuesto, esos clásicos. Claro, también tienes que hacerlo de manera dinámica y entretenida. Debes tener muy claro que la gente que está en la sala se ha molestado en ir a verte, en pagar una entrada, en comprarse un disco, en acompañarte en tu andadura. El público es el que te da el valor, la duración en el tiempo y la categoría. Los periodistas no deciden qué es lo bueno, es la gente.
Por cierto, ya que estamos hablando de los conciertos y los espectadores, ¿cómo es, en su faceta de espectador; Álvaro: primera fila o ya barra y a distancia?
He cambiado mucho. Ahora soy bastante más comodón (risas). Hombre, con Jackson Browne o con Van Morrison sí soy de los de primera fila. Pero vamos, sí te reconozco que cada vez busco más la comodidad y escapo de los pabellones deportivos.