París. Las vacaciones que el expresidente francés Nicolas Sarkozy y su esposa, Carla Bruni, iniciaron el miércoles en Marraquech (Marruecos) han reavivado este fin de semana los rumores de que un hombre de negocios emiratí les regaló la villa, de más de 700 medios cuadrados, en la que supuestamente se alojan.

Sarkozy y Bruni, acompañados de su hija Giulia, partieron hacia Marruecos un día después de que el socialista François Hollande asumiera oficialmente la jefatura del Estado francés y, según indicó hoy la página web de información Rue 89, de momento la única certeza es que la pareja se encuentra en ese país.

El lujoso complejo residencial que ha despertado de nuevo las suspicacias forma parte del proyecto inmobiliario Amelkis de Marraquech, ciudad que la pareja ya había elegido en otras ocasiones para escaparse del bullicio de su agenda oficial.

Según los medios franceses, la villa que poseen desde finales de 2011 podría ser un regalo del que ya se hizo eco entonces la prensa marroquí, rumor que no fue ni confirmado ni desmentido.

El semanario marroquí Al Ousboue apuntaba en esa fecha, sin dar detalles, que un rico empresario de Emiratos Árabes Unidos le habría ofrecido esa imponente residencia a "un jefe de Estado europeo con motivo del reciente nacimiento de su bebé", lo que coincidía con la llegada al mundo de Giulia el pasado octubre en París.

Ese "regalo" mantenido en secreto, según la web Slate Afrique, se encuentra en el mismo enclave en el que el exministro francés de Ecología Jean-Louis Borloo tiene desde 2004 una vivienda y donde las residencias de esa categoría se venden a partir de 700.000 euros.

Según ese último digital, el expresidente y su mujer permanecerán en Marruecos hasta el próximo 31 de mayo, dentro de unas vacaciones de tres meses durante las cuales Sarkozy quiere ocuparse de su familia y Bruni, además, finalizar su próximo disco, previsto para otoño.

Ninguno de los medios da por ciertas las especulaciones, pero no desaprovechan la ocasión para apuntar que su resurgimiento a uno y otro lado del Mediterráneo coincide con la firma del código deontológico que Hollande ha hecho ratificar a sus ministros con el objetivo de evitar el conflicto de intereses.

Entre los puntos de ese documento aprobado el jueves se encuentra el evitar regalos cuyo valor supere los 150 euros y no aceptar "toda invitación a un viaje privado que parta de un Gobierno extranjero o de una persona física o jurídica cuya actividad esté en relación con su departamento".